[Crítica] Estertor de Juan Pablo Basovih Marinaro y Sofía Jallinsky

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El jueves 31 de agosto se estrena en la Sala Lugones la nueva película de los directores de Palestra.

Corría el año 2021, se realizaba el primer BAFICI luego de la pandemia que azotó al mundo. On line, sin la presencialidad en las salas, nos sumergíamos en nuestras casa a disfrutar de la agenda que nos proponía el festival. Dentro de la variedad que me ha tocado ver, se destacó una por sobre todas las demás. Una que para la mayoría pasó desapercibida, pero que, en mi caso llamó la atención. Palestra era la película, una propuesta de humor negro incómodo, con chistes y diálogos marcados por la incorrección política. Dos años después de la sorpresa, sus directores, Juan Pablo Basovih Marinaro y Sofía Jallinsky vuelven con Estertor, una película que maneja los mismos códigos que la anterior producción pero con un trasfondo político/social que sobrepasa los límites de una simple comedia.

La historia sigue a cuatro enfermeros que tienen como misión cuidar a Dalmiro, un anciano con Alzheimer (Antonio Dionisio Vázquez). El prontuario del adulto mayor no se sabe pero ciertos indicios empiezan a dilucidar que el paciente es un ex represor de la dictadura militar argentina. El primer acercamiento a la identidad del siniestro personaje se da cuando una enfermera (Raquel Ameri) recibe dinero por personas que desean visitar al anciano para «decirle lo que quieran», con la regla de no dejarle marcas en el cuerpo. Luego cuando vemos que los cuatro enfermeros bailan al ritmo de un escrache callejero se nos aclara que quien está postrado en la cama es un genocida y que los visitantes son víctimas de los ultrajes de la bestia adormecida.

El cuarteto al cuidado lo completan dos jóvenes (Verónica Gerez y Sebastián Romero Monachesi) que maltratan y humillan al anciano, mientras calman sus pulsiones sexuales teniendo relaciones a escondidas. La más nueva es una enfermera embarazada (Cecilia Marani), cuyo hijo que lleva en el vientre es de una amiga que no podía concebir. Más responsable, tímida, con poca personalidad, la nueva es víctima de las burlas de los más experimentados en la dinámica dentro del departamento. El otro protagonista es el nieto del anciano (Alejandro Russek), quien visita regularmente a su abuelo y humilla a los empleados, reflejando que el germen autoritario aún habita en el seno familiar.

Entre burlas, humillación y situaciones de maltrato, los cuatro enfermeros vivirán de forma natural el cuidado del anciano. Lo vestirán de mujer, con sutil chiste sobre una célebre conductora de almuerzos televisivos, coquetearán con la violencia física, se transformarán en seres deplorables con el desvalido anciano, salvo la nueva que tiene una actitud más servicial y de cariño con Dalmiro.

En el reducido espacio del departamento como única locación (salvo una escena en exteriores), Estertor trata problemáticas contemporáneas, como la precarización laboral del personal de la salud, el desinterés de los jóvenes por la dictadura sufrida en Argentina durante los 70 (consecuencia inevitable de lo primero); siempre bajo un telón de humor ácido que incomoda al espectador, con un cuadro de situación que nos deja pensando ¿Qué pensaríamos de los personajes si el hombre postrado no fuera un genocida?.

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