Luego de estrenarse en el Festival Internacional de Mar del Plata, llega a los cines argentinos la nueva película del director de Amateur, protagonizada por Luciana Grasso, Jazmín Stuart y Esteban Lamothe.
Sol y su madre se mudan de su pueblo a la casa de Gonzalo, su padrastro. La pareja nueva de su madre es un mecánico que pasa sus días en el taller arreglando autos para luego revenderlos y muestra ciertas actitudes que intimidan a la joven; en la nueva escuela, Sol es asediada y maltratada por su tres de sus compañeras. La adolescencia no podría ser más complicada para ella: mudarse a un lugar nuevo, el temor al novio de su madre y el bullying escolar. A eso le sumamos que su madre se ausenta todas las noches por cuestiones laborales y un puma que anda deambulando por el barrio, sembrando el temor en los habitantes. Pero en uno de sus paseos rescata a un perro blanco que, gracias a sus sorpresivos ataques, la defiende de todos los males que la acosan.

Sebastián Perillo nos trae una nueva película de terror con algunos pasos de comedia donde la influencia de una amplia gama de películas clásicas del género se hacen presente. En ese marco, Luciana Grasso se afianza como actriz de género, luego de lucirse en Al Morir la matinee y Los Secretos de Julia. Acá se transforma en una especie de Kristy McNikol argenta, la adolescente protegida por un perro adiestrado para atacar a personas de color en el clásico White Dog de Samuel Fuller con algunos guiños a Carrie de Brian De Palma. Acompañada por un Esteban Lamothe como Gonzalo, el padrastro villano, que sirve para reforzar el concepto de la joven indefensa acechada, junto con las esporádicas apariciones de Jazmín Stuart, como la madre soltera, ausente por temas laborales, que se convierte en un escollo más de los deseos de Soledad de escapar del lugar.
Los clásicos estereotipos de malvadas compañeras de escuela, sobresaliendo Macarena Suárez como una especie de Chris Hargensen de Carrie; el tratamiento que le da al primer enamoramiento con las divertidas intervenciones de Agustín Daulte como el enamorado; sumado a la música de los sintetizadores y la locación nos remonta a un cine de terror que, a la distancia, resulta inocente pero siempre da buenos resultados. Lo mismo que las charlas banales, como las formas de comer las clásicas galletitas Merengadas o la historia sobre la edición limitada del clásico Renault 12 Alpine que refuerzan el tinte nostálgico y le da a la película una impronta con anclaje en la cultura argentina para conectar al espectador con la historia.
Por eso, para disfrutar hay que entender que la intención de La Noche son de los Monstruos no es asustarnos o llamarnos a la reflexión sobre la problemática adolescente. Aunque se vende como una película de terror con un subtexto sobre el tema, apunta hacia el lado de entretener al espectador incorporando momentos de humor, personajes estereotipados y una estética de cine clase B que la transforman en una película ideal para aquellos nostálgicos que disfrutaban los sábados a la tarde mirando este tipo de producciones.
- Reseña hecha en el marco del 36° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata.