Presentada por la distribuidora Terrorífico Films, este jueves se estrenó en cines argentinos la película de terror coreana.
El cine coreano ha sabido construir un lenguaje propio dentro del terror, mezclando maldiciones ancestrales, apariciones en espacios urbanos y una violencia latente que suele estallar cuando menos se espera. NOISE, Ruidos del más allá de Kim Soo-jin, estrenada en cines argentinos, se inscribe en esa tradición, pero añade una dimensión personal a través de la historia de dos hermanas marcadas por la tragedia.

La trama sigue a una joven sorda que, tras la desaparición de su hermana en circunstancias extrañas, debe mudarse al departamento número 604 que aquella habitaba. Ambas estaban unidas por un pasado doloroso: un accidente que les arrebató a sus padres. Ella quedó sin audición, y su hermana con una renguera permanente. Desde ese espacio íntimo, el film construye un clima sofocante: ruidos inexplicables, voces que atraviesan las paredes, golpes que parecen emerger de la nada, todos ellos acechando a la protagonista, que depende del silencio para sobrevivir.
Aunque NOISE se apoya en varios de los clichés clásicos del género —sobresaltos, apariciones fantasmales, giros violentos— también introduce giros narrativos que lo distinguen, volviéndolo un exponente fiel del terror coreano. El edificio ruinoso, los problemas habitacionales que tanto reflejan la vida urbana en Corea del Sur, y la imposibilidad de encontrar un refugio seguro, se combinan con lo sobrenatural para generar un relato asfixiante.
El resultado es un film inquietante y efectivo, que hace del ruido un arma narrativa y de la tragedia familiar un espejo de los miedos más profundos. Entre lo íntimo y lo espectral, NOISE, Ruidos del más allá reafirma que el terror coreano todavía tiene mucho que decir.