Este jueves se estrena en los cines argentinos Together, un thriller psicológico que muestra cómo el amor puede volverse tóxico.
El body horror tiene una capacidad única: usar el cuerpo como lienzo para exponer las grietas emocionales y sociales sin necesidad de caer en lo grotesco por puro impacto. Es un espejo deformado donde la carne traduce aquello que la mente no puede procesar. En los últimos años, muchos cineastas han explorado ese código —desde los herederos de Cronenberg hasta Coralie Fargeat con La Sustancia—, y ahora Michael Shanks se suma con Together, su ópera prima, aportando un enfoque fresco y retorcido.
La historia sigue a una pareja en la cuerda floja, unida más por la inercia que por el amor. En un intento de rescatar la relación, se mudan a una zona rural. Allí, el hallazgo de una cueva y el agua que brota de ella detonarán transformaciones físicas tan extrañas como reveladoras, una traducción literal de la toxicidad y dependencia que los mantiene atados.
Lo que distingue a Together es cómo enlaza el horror corporal con la disección de un vínculo enfermizo. Entre lo absurdo, lo inquietante y lo visceral, Shanks no esquiva las reglas del género: aquí el amor es tan intenso como irracional, y las soluciones a sus conflictos pasan por cambios corporales extremos que eliminan cualquier zona gris.

Los personajes sostienen la propuesta: Millie (Alison Brie), docente meticulosa y controladora, ha hipotecado su vida por Tim (Dave Franco), un músico frustrado, inmaduro y fóbico al compromiso, aferrado a una eterna adolescencia. Ella se agota intentando rescatarlo; él se ahoga sintiéndose atrapado. Ese círculo vicioso se materializa en mutaciones que los acercan y aprisionan a la vez. La química real entre Brie y Franco potencia cada escena, dando verosimilitud incluso a las situaciones más delirantes.
A medida que la trama avanza, la película lleva la metáfora al límite, coqueteando con la idea de que dos personas puedan literalmente fundirse en una sola entidad. Es bizarro, sí, pero Shanks lo filma con tal convicción que la premisa funciona, mezclando humor negro, romance patológico y terror puro.
Aunque el guion tropieza con algunos excesos —saltos de miedo algo gratuitos y subtramas que no terminan de cuajar—, la propuesta se sostiene por su inventiva y por la claridad con que entiende el género que habita. Together no es solo un relato de deformaciones físicas, sino una radiografía retorcida de la dependencia emocional. Una comedia negra con alma de horror rural que confirma que Shanks tiene mucho que aportar y que, cuando el amor se pudre, el cuerpo también lo muestra… y no de la manera más bonita.