Basada en las memorias de Priscilla Presley y su vida al lado de Elvis, este jueves se estrena la nueva película de Sofia Coppola.
La nueva entrega de biopics hollywoodense esta vez no se centra en la vida del legendario Elvis Presley. Con un enfoque distinto al espectáculo vibrante presentado por Baz Luhrmann el año anterior, en lugar de destacar al Rey del Rock and Roll, la ganadora del Oscar Sofia Coppola elige narrar la historia desde la perspectiva de la mujer de Elvis, Priscilla Presley. La novia infantil que sacrificó su juventud al casarse con Elvis, se convierte en el foco de este retrato apasionante y claustrofóbico sobre la soledad conyugal.
La trama se desarrolla tras las puertas de Graceland, la famosa mansión de Elvis, donde Priscilla vive mientras él está de gira o filmando con otras actrices famosas. Coppola busca explorar la compleja intimidad de la pareja, basándose en el libro de memorias «Elvis and Me» escrito por Priscilla en 1985. La película, protagonizada por Cailee Spaeny como Priscilla y Jacob Elordi como Elvis, presenta una versión modesta y desprovista de carisma del icónico cantante. La historia adopta un tono de cuento de hadas cuando una joven Priscilla se enamora de la estrella de Hollywood y se muda con él a Graceland. La narrativa toma un giro oscuro al revelar la abstinencia sexual impuesta por Elvis a Priscilla, mientras la somete a misoginia y control; y una vida codependiente de Priscilla, marcada por las drogas y las altas y bajas de Elvis
La representación de Priscilla juega un papel fundamental en la evolución narrativa, destacando su transformación cuando la pareja tiene a su hija, Lisa Marie. El guion sugiere que a medida que Priscilla envejece, Elvis se vuelve más infantilizado, paranoico y pierde encanto, especialmente durante su larga estancia en Las Vegas. De esta manera, Coppola logra un retrato absorbente de Priscilla, resaltando la etapa infantil y revelando a un Elvis disfrazado de abusador. Aunque Jacob Elordi carece del carisma de otros Elvis, la película emana una melancolía que resuena con la reciente y trágica muerte de Lisa Marie.