[Crítica] Saltburn de Emerald Fennell

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Se estrenó en Prime Video, la película de la directora de Promising Young Woman, protagnizada por Barry Keoghan.

Después del exitoso debut en 2020 con Promising Young Woman, ganadora del Óscar a Mejor Guión Original, Emerald Fennell vuelve con una provocadora sátira sobre clases sociales, que combina elementos de obras como Retorno a Brideshead y El Talentoso Sr. Ripley. Fiel a su estilo provocador, la directora fusiona las ideas, llevándonos a la Oxford de 2006, donde el tímido estudiante de primer año Oliver Quick (Barry Keoghan) llega para realizar sus estudios.

La película se sumerge en la inmovilidad del orden social en Oxford, presentando a Oliver como un forastero. La trama se desarrolla alrededor de su relación con el seductor Felix Catton (Jacob Elordi) y su encuentro casual, que lo llevará al a la casa familiar en Saltburn para un intrigante verano. En el lujoso castillo de la acaudalada familia, Fennell presenta a los excéntricos personajes de sangre azul, como Lady Elspeth Catton (Rosamund Pike) y Sir James (Richard E. Grant). Viviendo con los progenitores de Felix se encuentran los parásitos y dependientes de ‘Saltburn’; Pamela (Carey Mulligan), la rehabilitada adicta, el primo empobrecido Farliegh (Archie Madekwe) y la hermana de Félix, Venetia (Alison Oliver), que también sufre de bulimia.

Los diálogos mordaces y las dinámicas familiares se entrelazan con la historia de Oliver, creando una mezcla de comedia oscura y drama, que explora la obsesión del protagonista con Felix y sus decisiones arriesgadas. Saltburn se destaca por su extravagancia y retorcimiento, pero a la vez mantiene cierta contención estética. Lejos de buscar la vulgaridad, ofrece una experiencia entretenida y fascinante. Aunque algunos giros son previsibles, la película se sostiene por su atmósfera macabra y el compromiso total del elenco, especialmente de Barry Keoghan, cuya actuación es impecable y magnética.

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