Seleccionada para representar a Uruguay en la contienda por el Oscar a la Mejor Película Internacional, se estrena la película protagonizada por Diego Cremonesi, Valeria Lois, Franco Rizzarro y Angela Torres.
Hay películas que por ser chiquitas y simples nos suelen hacer sentir identificados. Algo de eso pasa en Temas Propios, cuando nos adentra en la dinámica caótica de una familia desestructurada y en el complejo e informal mundo de la industria musical.
La obra más reciente del cineasta uruguayo Guillermo Rocamora, conocido por su trabajo en «Solo», nos presenta a Manuel (Franco Rizzaro), un joven de 18 años cuya pasión por la música supera con creces su interés por completar sus estudios. En medio de la reciente separación de sus padres, ambos en la cuarentena, es Virginia (Valeria Lois) su madre, una profesora de inglés, quien ejerce su rol de sobreprotectora y se preocupa por su futuro. Mientras tanto, su padre, César (Diego Cremonesi) disfruta de una prolongada adolescencia tras el divorcio. Manuel y su hermano menor, Agustín (Vicente Luan), se mudan a la casa de César, solo para descubrir que su nuevo hogar es una tienda abandonada que, como más tarde descubrimos, está en venta.
La trama gira en torno a la música, ya que César, en los años 90, fue bajista de una banda llamada Los Autómatas, que disfrutó de cierto éxito. Ahora, decide unirse al grupo musical formado por sus dos hijos (el mayor toca la guitarra y compone, mientras que el menor toca la batería) y la cantante Eli (Ángela Torres). Bajo el nombre Alta Fidelidad, comienzan a tocar en fiestas y locales nocturnos, pero pronto afloran las tensiones generacionales y las actitudes cuestionables de César, un individuo encantador pero que evade toda responsabilidad.
Temas Propios teje una narrativa que incluye actuaciones en vivo, elementos típicos del coming of age, la búsqueda de un propósito y la relación amorosa entre Manuel y Eli. En el camino de búsqueda de cumplir el sueño de ser músico (o vivir de la música) a Manu se le presentarán traiciones, desengaños, momentos de angustia existencial y presiones sociales. Para retratar el proceso, el director apela a una prolija producción musical a cargo de Juan Campodónico (El Peyote Asesino, Bajofondo) y Martín Rivero (Campo, Astroboy), más pequeños guiños de clásicas comedias dramáticas musicales, como Alfa Fidelidad y Begin Again e influencias de las más reciente Las Buenas Intenciones de Ana García Blaya y películas sobre el paso de la juventud a la madurez, como Lady Bird. Pero más allá de las similitudes, lo hace sin perder nunca su tono armónico y cautivador, que le da al film una identidad propia y particular. .