Luego de participar en el prestigioso Festival Tribeca, se estrena en salas nacionales la ópera prima que retrata la relación entre un adolescente y su madre obsesionados por el cuerpo perfecto.

David (Mauricio DiYorio) es un adolescente que pasa horas entrenando en su cuarto y en el gimnasio para lograr el cuerpo perfecto que necesita para su madre para su nueva obra. Ella, Juana Gallucci (Umbra Colombo) es una reconocida artista plástica que decide que su hijo sea parte de su nuevo trabajo artístico. Obsesionados, entre ambos se potencian para lograr al perfecto David que ella necesita para la obra conceptual próxima a exhibirse. Entre anabólicos, pastillas y charlas sexuales con sus compañeros de escuela, David empieza a sufrir la presión y a no sentirse cómodo con lo que le está sucediendo.
Coproducción argentino-uruguaya, El Perfecto David no solo se muestra como una ficción sobre la tortuosa relación entre una madre y su hijo, sino que es una puerta de entrada al universo del fisicoculturismo. La cámara sigue a los cuerpos de rígidos y voluminoso músculos a través de casi toda la película. David casi siempre aparece en escena, siempre mirado a través de una ventana o un espejo, como si la mirada del otro fuera quien más importante. Es tímido y retraido, le cuesta demostrar sus sentimientos, incluso cuando sus amigos bromean en las charlas sobre sexo, donde plantean diversas dicotomías sobre las sexualidades (¿Que preferís chupar un pene o que te practiquen sexo anal).
Como si fuese una especie de Dra Frankestein que moldea a gusto su propia creación, está la madre, encarnada por una enigmática Umbra Colombo, obsesiva por lograr la obra perfecta gracias al cuerpo de su hijo. La demanda de ella llevará a David a incorporar anabólicos y esteroides en su cuerpo lo que potenciará su malestar. Poco a poco, el joven comenzará a convertirse en una persona irritable, pero no solo por no poder responder a las exigencias maternas. Problemas de erección, golpear a un compañero que se burla de lo «buena» que está su madre y sobre su sexualidad; múltiples situaciones llevan a David a una crisis de identidad que recién parece encontrar su sentido en el final.
Con una sensación de asfixia que recorre cada plana cerrado de El Perfecto David, Felipe Gómez Aparicio sorprende con su ópera prima, gracias a un notable manejo de los climas. De manera sutil y silenciosa, el director nos sumerge en un terreno complejo y pocas veces explorado dentro del cine nacional, como el mundo del fisicoculturismo, donde masculinidades tóxicas, erotismo vouyerista, sexualidades reprimidas, presión familiar y reverencia a los cuerpos perfectos nos llevarán por los caminos de angustia y soledad del joven protagonista.