Ganadora del Globo de Oro a Mejor Película de Animación, este jueves se estrena en cines argentino la película letona.
En su segundo largometraje, Gints Zilbalodis nos sumerge en una aventura animada donde un gato solitario debe aprender a confiar en otros animales para sobrevivir a una inundación devastadora. Sin diálogos y con una animación hipnótica, la película combina belleza técnica, tensión narrativa y un drama sutil que crece con cada escena.
Zilbalodis retoma los temas de la amistad y los viajes transformadores que exploró en Away (2019), pero esta vez con una historia aún más inmersiva. La película arranca en un bosque frondoso, donde el gato protagonista deambula con la independencia propia de su especie. Cada uno de sus movimientos—una pata suspendida en el aire, un lomo arqueado al sentir peligro, la cola inquieta—está representado con una precisión asombrosa. Incluso los sonidos son parte clave de la narración: maullidos, ronroneos y gruñidos comunican emociones sin necesidad de palabras.

El desastre llega de golpe: una ola gigantesca arrasa con todo a su paso. Mientras los ciervos corren en estampida y los pájaros huyen aterrados, el gato lucha por mantenerse a flote. En su desesperación, encuentra refugio en un velero a la deriva, donde lo espera un capibara soñoliento. Poco a poco, más animales se suman a la travesía: un lémur curioso, un perro labrador lleno de energía y un pájaro con alma de líder.
Cada criatura tiene una personalidad única. El labrador es puro entusiasmo, moviendo la cola sin parar; el lémur, obsesionado con todo lo brillante, encuentra tesoros en los restos que dejó la humanidad; el pájaro, con su mirada sabia, se convierte en el guía de la improvisada manada. A pesar de sus diferencias, todos deben aprender a trabajar juntos en esta nueva realidad donde la supervivencia depende de la cooperación.
Flow tiene un aire de aventura a la deriva de La vida de Pi (2012), donde Zilbalodis construye un mundo donde la naturaleza es imponente, los mares son traicioneros y las ruinas abandonadas esconden secretos. Todo se siente inmenso y peligroso, pero también poético y fascinante. Sin decir una palabra, su ritmo es hipnótico, visualmente deslumbrante y conmovedor; un viaje que nos recuerda que, incluso en los momentos más oscuros, siempre es posible encontrar un aliado en el camino.