Protagonizada Araceli González y Fabían Mazzei, el jueves 4 de noviembre llega a las salas nacionales la ópera prima del director de La Sombra del Gato.

Son tiempos de la Segunda Guerra Mundial, Laura Garland (Araceli González) recibe la triste noticia que su esposo (Miguel Angel Solá) ha muerto en el campo de batalla. Viuda y embarazada, el gobierno la presiona para que ocupe la totalidad de su casa ya que si no lo hace, se la quitarán. Pero el problema surge porque previamente le arrendó su casa a Ricky (Fabíán Mazzei), un mafioso que usa el hospedaje para ocultarse, junto a su esposa embarazada, de la autoridades nazis a las que le robó un maletín lleno de oro. Ella sola deberá usar estrategias para evitar que sean descubiertos mientras el parto se aproxima, al menos que el plan sea otro.
Un pueblo ficticio, ubicado en algún lugar del mundo donde habitan nazis, mafiosos lavadores de dinero y coquetas mujeres solitarias, es el escenario donde José CIcala esparce elementos a través del relato para confundir al espectador. Allí habita en soledad Laura, una ama de casa que no solo espera la llegada de su primer hijo, sino que se encuentra atravesando el duelo por la pérdida de su marido. Los aspectos oníricos le aportan al relato elementos de género que nos lleva a pensar que nos encontramos en una especie de universo pleno de incertezas, donde una silla inexplicablemente ubicada arriba de una mesa, pájaros que chocan contra la ventana, un avión estrellado en medio de un parque y muertos esparcidos en un parque, nos llevan a pensar un mundo donde nada es lo que parece.
La pocas certezas sobre el rumbo hacia donde nos conduce la historia se potencian con los personajes que deambulan alrededor de la protagonista, en una enigmática interpretación de Araceli González. Quien primero aparece es Feliciano, el vagabundo interpretado por Mariano Martínez, una especie de ángel que la custodia casi permanentemente y es recompensado con comida; Lou, un siniestro lechero tan obsesionado con ella que es capaz de meterse a escondidas y excitarse con su presencia, compuesto por Roberto Peloni. Los dos, sumados al fantasma del esposo interpretado por MIguel Angel Solá, el consejero que habita en su imaginación y le advierte de los peligros que la acechan constantemente. Mientras en la vivienda vecina abandonada, Ricky, el codicioso mafioso de Fabián Mazzei, es secundado por Griselda Sánchez (también co guionista), quién se pone la piel de Suplicio la enferma secuestrada por el mafioso para cuidar hasta el momento del parto a Nadia, su esposa embarazada interpretada por Micaela Suárez, ambas víctimas del maltrato del ladrón, cuyo único objetivo es cuidar su oro robado.
Las casas abandonadas, semejantes a mausoleos sepulcrales, y los extraños comportamientos de los protagonistas nos da la sensación de estar en presencia de un mundo espectral, con seres fantasmales que deambulan en un universo terrenal. Eso hace que Sola de José Cicala no se revele como un simple thriller que invite al espectador a poner en juego habilidades detectivescas y tratar de descubrir por vías racionales un enigma que sólo se descifrará al final. En ese plano, la película es confusa pero no deja de ser hipnótica, ya que se trata más bien de una trama intrigante que zigzaguea constantemente y que pide paciencia para aguardar el giro que traerá el desenlace revelador, con nostágico y sorpresivo cameo incluido.
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