Este jueves, se estrena en cines la nueva película de Las cosas que decimos, las cosas que hacemos y Señorita J.
Una madre soltera y un hombre casado, se vuelven amantes. Charlotte y Simon, interpretados respectivamente por Sandrine Kiberlain y Vincent Macaigne, se comprometen a verse solo por diversión y sin experimentar ningún sentimiento de amor, pero cada vez se sorprenden más por la complicidad que va naciendo entre ambos.
Con la luminosidad y frescura de Paris como escenario, el director Emannuel Mouret sigue el transcurso de un vínculo que intenta ser de una manera pero que poco a poco va tomando caminos inesperados. Las imágenes están vinculadas a música relajante, donde varios planos secuencia en la ciudad permiten a los espectadores ser testigos de la constante huida y encuentro de estos personajes, del mismo modo que huyen de este encuadre, y reaparecen allí.
En la naturaleza, en cambio, no hay fuera de campo. Todo es espacio abierto y los personajes vibran en armonía en un entorno «natural», donde un hombre y una mujer tratan de establecer un vínculo sin quedar encerrados por los estereotipos. Eliminando todo cuestionamiento relacional y descuidando todos los puntos en las íes, la relación experimenta un camino hacia una apariencia de tristeza no expresada, cuya intensidad está latente, porque la interacción de los cuerpos encuentra su camino hacia el corazón y se establece la internalización, creando un vacío de lo no dicho dentro de esta apariencia de pareja.
Sin embargo, las reglas del juego eran muy claras. Nada más que diversión. Charlotte da la medida de una relación desproporcionada, involucrando a Simon por voluntad propia también en una relación que intenta diseccionar para que deje de ser tan adúltera. Los diálogos son encadenados, libres, y vinculan poco a poco a los personajes en un compartir irreversible. Charlott y Simón funcionan demasiado bien, hasta la llegada de una tercera en discordia, Louise interpretada por Georgia Scalliet. La mujer de hecho encarna sólo la duda o el elemento de sorpresa que toma desprevenido un equilibrio inestable. Entonces aflorará el sentimiento de tristeza, de desorientación, cuando todo estaba destinado desde el principio a ser sólo temporal.
Crónicas de un affair es una película fresca, suave y delicada, la mas alleniana de todas la filmografía de Emmanuel Mouret. Un film que dialoga sobre los vínculos, la rutina y el adulterio, conducido por la magnética alquimia comunicativa de Sandrine Kiberlain y Vincent Macaigne.