Breaking Surface de Joachin Hedèn. Crítica

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Presentada en el Festival Internacional de Cine Fantástico de Neuchatel, Suiza, ya se encuentra on line la nueva película del director de New York Waiting.

Moa Gammel y Madeleine Martin protagonizan Breaking Surface, un relato asfixiante de supervivencia en las profundidades

En su cuarta película como director, el sueco Joachin Hedèn nos «sumerge» (literalmente) en una claustofóbica aventura de supervivencia en las profundidades del agua. Varios films en los últimos años han tratado de insertarse en la práctica de investigar en el mundo del buceo. La decepcionante saga de 47 meters down, que encima tiene su secuela, Underwater con Kristen Stewart o The Cave. Pero siempre las mismas eran enfocadas desde el lado del terror con algún monstruos o tiburones que acechan a los desafortunados protagonistas. Nunca la historia se aplicaba a un relato que pueda acercarse al mundo del buceo de manera realista y afortunadamente el cine sueco lo logró.

El film cuenta la historia de Ida (Moa Gammel) y Tuva (Madeleine Martin), dos hermanastras que se juntan después de muchos años a realizar buceo en un lago de Noruega. La idea inicial era hacerlo junto a la madre de ambas, Anne (Trine Wiggen) pero un cuadro gripal se lo impide, así que las dos se embarcan en la experiencia. Tuva es experimentada en el buceo, trabaja de ello, mientras que Ida vuelve a realizar practicar luego de muchos años. Pero durante la sesión Tuva queda atrapada a 30 metros de profundidad e Ida tendrá que poner a prueba sus habilidades para manejar la crisis. Sin ayuda del mundo exterior las hermanas deben resolver la situación por sus propios medios.

Argumento simple y conciso, nada rebuscado. Ida llega a reencontrarse con su hermanastra en medio de una crisis matrimonial que parece derivar en un divorcio, pero esa historia está en un segundo plano, casí que desaparece ante la asfixiante acción. En el medio, el recuerdo de un accidente de la niñez que involucra a ambas, en el que Tuva casi pierde la vida, y la presión de la madre sobre lo hombros de Ida por su responsabilidad como hermana mayor.

Esos ingredientes solo sirven para matizar un poco la historia con un toque de humanidad y complejidad a los personajes. Al quedar atrapada la hermana menor bajo una piedra en lo más profundo, el peso de ese pasado también recae sobre Ida. Con el tiempo en su contra, la mayor hará todo lo posible para rescatarla, lo que termina siendo más duro que la presión del agua.

El director consigue así construir un relato claustrofóbico, no apto para sensibles. Desde el inicio mismo, cuando Tuva se mete en el hueco de una turbina de un barco carguero, se advierte lo que va a venir. La inmensidad del navio y de esas hélices se ve sobredimensionada con largas tomas bajo el agua de una factura técnica admirable. A eso le sumamos el conflicto principal en el lago de Noruega, al cual se le sumarán una seguidillas de situaciones ingeniosas y realistas que perjudican el rescate de la joven atrapad bajo el agua, lo que hará que el espectador se quede pegado al borde del asiento de principio al final. Acompañado por una fascinante fotografía del relato que también se entrega muchos datos técnicos en cuanto a la práctica del buceo.

Breaking Surface es implacable, nos sumerge en los miedos más profundos. Como sucede con la perra de Tuva, el espectador se transforma en un nervioso testigo de la situación y más de una vez le ladrará a la pantalla, sin poder despegarse un segundo esperando el resultado final (sea positivo o negativo). Una película cuya breve duración agradecemos (78 minutos), ya que semejante inmersiva experiencia no hubiese sido posible soportar media hora más, mucho menos en el silencio y oscuridad de una sala de cine, a las que tanto extrañamos para poder sufrir y disfrutar más de este tipo de films.

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