[Crítica] Los Asesinos de La Luna de Martin Scorsese

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Se estrenó en la plataforma streaming Apple TV+ la nueva película del director de El irlándes, protagonizada por Leonardo Di Caprio, Lily Gladstone y Robert De Niro.

Con casi seis décadas de trayectoria, ha forjado un legado innegable, marcado por obras maestras como Taxi Driver, Goodfellas o The Wolf of Wall Street. Ahora, su última creación, Los Asesinos de la Luna, se suma a este selecto grupo. La película, en una mirada a la historia americana en su sentido más profundo, examina los pecados de la nación desde su alma. Scorsese construye un épico western que relata los horrendos crímenes reales cometidos contra la tribu nativa americana Osage en la década de 1920, basándose en el libro de no ficción de David Grann de 2017, «KILLERS OF THE FLOWER MOON: The Osage Murders and the Birth of the FBI». La trama se centra en la tribu Osage y las personas que los estafaron y asesinaron, entrelazando la investigación del naciente FBI de J. Edgar Hoover.

El filme narra la vida de Mollie, miembro de la tribu Osage y pura sangre, y los hombres que supuestamente deberían cuidarla, pero en realidad solo le causan dolor a ella y a su familia. La codicia, el poder e incluso un atisbo de envidia motivan estos actos. Scorsese opta por eliminar el estilo detectivesco presente en el material original, invitando al público a contemplar la violencia, la estupidez y el racismo que se desencadenan durante los crímenes, con referencias sutiles a la masacre contemporánea de Tulsa, subrayando la oscura realidad de la América de los colonos.

Expulsados de sus tierras ancestrales, la tribu Osage ha llegado a un acuerdo con el gobierno de Estados Unidos para su último lugar de descanso. Sin embargo, se descubre petróleo en esta árida zona inicialmente menospreciada, y la tribu Osage conserva los derechos sobre el mineral. Increíblemente ricos para su época, con sirvientes blancos y los automóviles más modernos, no se les considera competentes para administrar sus asuntos. Es por eso que son estafados en cada ámbito en el que gastan sus ganancias, ya que sus derechos, al ser hereditarios, no tienen el mismo valor. Ernest Burkhart, interpretado por Leonardo DiCaprio, sobrino de Bill Hale (Robert De Niro), conocido como el ‘Rey’ y mejor amigo de los Osage, es uno de estos estafadores.

La trama se despliega a través de la perspectiva de DiCaprio, mostrando la influencia de Bill Hale sobre Ernest, un hombre que se comporta como un niño tonto, perezoso y avaricioso, llevándolo a traicionar todo lo bueno en su vida. Ernest se enamora de Mollie, una Osage serena, sabia y centrada. Sin embargo, su amor es superficial, y ella confía en él a pesar de saberlo. La actuación de DiCaprio es una de las claves para que la película funcione bien al encarnar este desagradable personaje, revelando la imagen de un hombre sin moral. Pero Scorsese se concentra en plasmar la autojustificación y la lástima de los codiciosos frente a la belleza de la tierra que saquean y sus legítimos propietarios; opta por retratar a los Osage como víctimas y dar protagonismo a los abusadores blancos. Aquí es donde brilla la actuación de Lily Gladstone, que domina cada escena y lleva la película a su apoteótico desenlace.

Al igual que sucedía en Pandillas de Nueva York, en Los Asesinos de la Luna, Martin Scorsese vuelve a explorar las raíces fundacionales del sueño americano y se encuentra nuevamente con la violencia, pero esta vez no es solo producto de la lucha por el poder y el territorio, sino también de la usura. Pero más allá del contenido político siempre presente en las películas de Marty, hay una meticulosa atención a cada detalle, situación, persona y parte del intrincado entramado que Scorsese filma, tomándose todo el tiempo necesario para contar la historia. Lo hace con una solidez clásica, precisión en los encuadres y tamaño de cada plano, con un montaje preciso y un ritmo que convierten al film en una elegía conmovedora, de adoración por una de las últimas naciones nativas de los Estados Unidos, atrapada en un sangriento cruce de intereses económicos impulsado por el voraz capitalismo norteamericano.

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