Luego de su proyección en el Festival de Cine de Mar del Plata se estrenó en Netflix la nueva película del director mexicano responsable de Ya No estoy Aquí
Fernando Frías de la Parra sorprendió en el 2019 con Ya no estoy aquí, donde exploraba las barreras culturales, las diferencias de clase y, en términos cinematográficos, las que separan los géneros. En «No voy a pedirle a nadie que me crea«, vuelve a retomar los mismo los mismos conceptos, adaptando la novela de Juan Pablo VIllalobos (el mismo nombre que el protagonista, interpretado por Darío Yazbek Bernal) pero de manera más amplia, ya que nos traslada a una multicultural Barcelona.
La historia se centra en Juan Pablo, un joven a punto de emprender un viaje para cursar su doctorado en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, investigando el uso del humor en la literatura latinoamericana, pero se ve envuelto en una situación inesperada. Antes de su partida, decide hacer una visita a sus padres en Guadalajara. En su estancia en la ciudad se torna en un giro trágico cuando se cruza con su primo, quien está involucrado en actividades ilegales y es asesinado de manera despiadada por los mafiosos de un cartel, dejando al protagonista en estado de shock.
Pronto los miembros de la organización criminal comienzan a seguirlo de cerca, incluso influyendo en sus decisiones mientras se encuentra en Barcelona, donde viajará acompañado por su novia Valentina Cruz García (interpretada por Natalia Solián). Allí se hospedarán en una de las zonas menos turísticas, (incluso observando carteles de viviendas ocupadas) en la casa de Facundo, un astuto y despierto argentino interpretado por Juan Minujín. Pero su vida da un nuevo giro cuando debe establecer contacto con Laia (interpretada por Anna Castillo), una estudiante feminista que resulta ser hija de un influyente político catalán, en un intento por ganarse su confianza y apoyo en medio de la incertidumbre que lo rodea.
No voy a pedirle a nadie que me crea maneja con agilidad, suspenso y desenfado una mezcla entre thriller multicultural de gángster, mezclado con vivencias universitarias y algo de romanticismo. Desconcertante por momentos, al punto tal que nos llevarán a pensar si lo que le sucede a Juan Pablo es real o forma parte de la imaginaria novela que está escribiendo. De esta manera, el director nos sumerge en un misterioso thriller que aprovecha la diversidad y el misterio de la ciudad catalana, creando un entorno en el que los protagonistas (al igual que el espectador) parecen perdidos en un laberinto del que quizás no haya escape.