Se estrenó en cines argentino la película francesa de terror sobre un grupo de personas que intentan sobrevivir en un complejo de viviendas que es acosado por arañas asesinas.
En un bloque de apartamentos parisino, los residentes se ven envueltos en una lucha por la supervivencia tras la liberación inadvertida de una araña venenosa por parte de uno de ellos, lo que lleva al cierre del edificio por parte de las autoridades. A pesar de una premisa aparentemente simple, el director debutante Sebastien Vanicek demuestra que incluso de las situaciones más básicas puede surgir algo excepcional. Con un enfoque meticuloso en la construcción de la tensión, Vanicek eleva esta película de serie B sobre arañas a un nivel superior.
La Plaga sigue la estela de películas en las que humanos se ven atrapados en espacios reducidos con animales mortales, como Burning Bright, Crawl, The Pool o Snakes On A Plane. Sin embargo, lo más sorprendente es que esta cinta logra distanciarse de sus predecesoras y forjar una identidad propia. Explora el miedo a los insectos espeluznantes que se ocultan en la oscuridad de una manera más efectiva y universal, interpretándolo de manera directa y aterradora, a diferencia de películas como Aracnofobia o Eight Legged Freaks.
La trama se desarrolla en un decadente complejo habitacional en las afueras de París, donde seguimos a Kaleb (Theo Christine), un veinteañero cuya vida gira en torno a su afición por comprar zapatillas de deporte de lujo y mantener una colección de animales exóticos en su dormitorio. Sin embargo, su decisión de traer a casa una pequeña araña desencadena una serie de eventos catastróficos.
El problema surge cuando la araña de Kaleb escapa y rápidamente se reproduce, convirtiéndose en una plaga que pone en peligro a todos en el edificio. Vanicek aprovecha esta situación no solo para crear una atmósfera aterradora, sino también para desarrollar a los personajes y explorar temas más profundos, como las tensiones entre Kaleb y su amigo Jordy, así como las críticas al gobierno francés por el descuido de los edificios de viviendas populares.
El aspecto visual de la película, respaldado por la cinematografía ágil de Alexandre Jaime, sumerge al espectador en la angustiante situación, mientras que el montaje rápido y la intensa partitura contribuyen a aumentar la sensación de peligro y miedo. Aunque la película aborda varios temas sociales y políticos, su núcleo sigue siendo el drama de supervivencia, lo que la convierte en una experiencia cinematográfica intensa y envolvente.