Dentro de la Competencia Argentina del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata se proyectó la película de Silvina Schnicer.
En un entorno apacible que oculta tensiones profundas, La Quinta nos invita a observar una comunidad atrapada entre el miedo, los secretos y el peso de sus decisiones. La trama sigue a Rudi (Sebastián Arzeno), Silvia (Cecilia Rainero) y sus tres hijos, quienes buscan escapar de la rutina urbana refugiándose en su casa de campo. Pero lo que prometía ser un descanso, se convierte en una experiencia opresiva y perturbadora.
Los niños, particularmente Martín y Fede (Valentín Salavarrey y Milo Lis), son el eje emocional del relato. Martín, el mayor, fascinado por el fuego y con un aire inquietante, es el contraste perfecto de Fede, quien carga con el peso de la culpa y la sensibilidad que los adultos parecen haber olvidado. Un incendio en una casa abandonada revela un cadáver y un secreto oscuro que los niños intentan ocultar, desatando una cadena de tensión y desconfianza entre los habitantes del barrio cerrado.
Mientras los adultos debaten entre contratar seguridad privada o mantener a Tomás, el encargado, la película nos lleva a explorar temas como la violencia económica, las diferencias de clase y la indiferencia hacia los miedos infantiles. Los niños, atrapados entre las negligencias y obsesiones de los mayores, son las verdaderas víctimas de un sistema que ignora sus necesidades y su fragilidad emocional.
La Quinta destaca por su narrativa sugestiva, donde nada queda claro del todo y el espectador es manipulado para adivinar dónde reside la verdadera maldad. Con una atmósfera inquietante y actuaciones infantiles sobresalientes, la película construye un retrato sombrío de las dinámicas familiares y sociales, dejando una sensación incómoda y difícil de ignorar.