Este jueves se estrena en cines la nueva película de Néstor Montalbano, protagonizada por Diego Capusotto, Carola Reyna y Alejandra Flechner.
Es conocida la capacidad de Nestor Montalbano en explorar diferentes géneros de la comedia. La disparatada y absurda que tanto éxito le dió, como Pájaros Volando y Soy Tu Aventura; o la parodia histórica en No llores por mí Argentina. Con mayor o menor éxito, en todo su recorrido cinematográfico, el director de Todo x 2 pesos ha logrado formar una identidad propia que ha hecho que cada una de sus películas sean muy esperadas, mucho más si dentro de su elenco se encuentra la presencia del humorista Diego Capusotto.
Ambientada en 1959 en Buenos Aires, la historia sigue a Mabel (Carola Reyna), una empleada de un ministerio que se ve obligada a viajar al campo para firmar un contrato con el estanciero Antonovich. En este entorno rural y aislado, Mabel se encuentra con Alejandra (Diego Capusotto), la esposa del Mateo, el patrón de la estancia, y es asediada por su enigmática amiga Teresa (Alejandra Flechener), una mujer automovilista. Una vez en la casa, Mabel se verá envuelta en situaciones inesperadas con personajes intrigantes, eventos que cambiarán el curso de su vida de manera radical.
Bajo esta premisa, en Las Corredoras, Montalbano se atreve a fusionar géneros y estilos para crear una experiencia cinematográfica distinta, sin salir de su estilo que lo caracteriza. Es una película de época sobre amores prohibidos y desengaños, con una puesta en escena, contrastes de colores, la iluminación y giros inesperados que le otorgan un aura que recuerda a clasicos como Rebeca de Alfred Hitchcock o el cine argentino de antaño de Mario Sofficci.
Carola Reyna compone a la sufrida Mabel con el desenfado y naturalidad que la caracteriza, mientras que Diego Capusotto y Alejandra Flechner aportan matices que varían entre el humor, lo absurdo y lo trágico; sobre todo él cambiando su aspecto en los tres personajes que le toca componer. Por eso, aunque no es una película perfecta, su encanto visual, el estilo distintivo de Montalbano y la potente presencia del trío actoral la convierten en un digno homenaje al cine clásico.