Se estrenó en la plataforma MAX, la película protagonizada por Thomasin McKenzie y Anne Hathaway.
La nueva película de William Oldroyd, desde su aclamada ópera prima Lady Macbeth, incursiona en el neo-noir de los años 60. La trama sigue a una joven torpe, Eileen (Thomasin McKenzie), que queda fascinada por una nueva y sofisticada compañera de trabajo, Rebecca (Anne Hathaway), en un centro para delincuentes juveniles en Massachusetts. Eileen, retraída y poco experimentada, encuentra en la desenvuelta Rebecca una figura intrigante cuando esta llega a trabajar en el centro. Oldroyd construye una trama tensa apoyada en actuaciones sólidas, adaptando la novela de Ottessa Moshfegh en un thriller psicológico.
Eileen lleva una vida sin futuro, dedicada a su trabajo como secretaria en la prisión juvenil y a cuidar de su padre alcohólico y abusivo, un policía retirado interpretado por Shea Wigham. Su existencia monótona está marcada por fantasías sexuales y pensamientos oscuros, elementos cruciales que nos preparan para el desenlace de la historia contada desde su perspectiva.
Rebecca Saint John, el personaje de Hathaway, es una mujer elegante y misteriosa, con un aspecto de femme fatale que contrasta con el estilo tímido de Eileen, quien suele vestir prendas de punto bordadas de gran tamaño. Rebecca se interesa por el caso de Lee Polk (Sam Nivola), un recluso que ha asesinado a su propio padre, y entabla una amistad con Eileen, convirtiéndose en una obsesión para esta última.
Thomasin McKenzie brilla en su interpretación de Eileen, mostrando una evolución del personaje a través de pequeños cambios, como su vestimenta, que reflejan su transformación interna. No obstante, a pesar de los esfuerzos de Oldroyd por elevar la narrativa, el ritmo y el tono de la película resultan inconsistentes en algunos tramos, lo que puede desorientar a los espectadores y dificultar su inmersión total en la historia. La intriga se mantiene, pero la ejecución en ciertos momentos pierde cohesión, restándole impacto al conjunto de la obra.