[RESEÑA] Erase una vez un genio de George Miller.

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Luego de su estreno en el último Festival de Cannes, llega a los cines la nueva película de George Miller, quien regresa con una fantasía sobre una académica que descubre a un genio dentro de una botella.

Luego de la fabulosa Mad Max: Fury Road, George Miller regresa a la pantalla grande. Pero esta vez deja de lado la acción y vemos a un director mucho más calmado y menos frenético que en la película protagonizada por Tom Hardy y Charlize Theron. Al igual que otras producciones del director australiano como Happy Feet, Babe: A Pig in the city o The Witches of Eastwick, se vuelca a lo sentimental, explorando las emociones de angustia, casualidad y esperanza del ser humano desde una habitación de un hotel.

Todo comienza cuando la renombrada narratóloga Dra. Alithea Binnie (Tilda Swinton) viaja a Estambul para dar unas conferencias. Para alguien profesionalmente familiarizado con los tropos de la tradición oral, no duda en frotar bien una botella recogida en una tienda de curiosidades, y al hacerlo aparece un gigantesco Djinn con una voz grave y un físico impresionante (Idris Elba). El genio al salir le indica que le puede conceder los habituales tres deseos. Pero ella sabe lo suficiente como para no aferrarse a los miles de millones o la dominación mundial, consciente de que los genios trafican con cuentos de advertencia que advierten contra la avaricia. En su esfuerzo por convencerla de que no hay nada de malo en gastar esta mística ganancia inesperada, y al hacerlo, liberándose de la servidumbre sobrenatural, este le relata los milenios que ha pasado en busca de una mujer con deseos que pueda cumplir.

220413_TTYOL_g011.0437853_RC Idris Elba stars as The Djinn and Tilda Swinton as Alithea Binnie in director George Miller’s film THREE THOUSAND YEARS OF LONGING A Metro Goldwyn Mayer Pictures film Photo credit: Courtesy of Metro Goldwyn Mayer Pictures Inc. © 2022 Metro-Goldwyn-Mayer Pictures Inc. All Rights Reserved

Los relatos que cuenta el genio van desde una corte real a la que asisten híbridos humanoides con cabeza de animal hasta una sala de orgías forrada de pieles de martas llena de concubinas rubenescas. La voz en off del Djinn nos transporta a través de la historia antigua del Medio Oriente mientras disfruta de un tranquilo brunch, en la suite del hotel de Alithea, en un viaje CGI hipersaturado donde tenemos una imaginativa exhibición de efectos especiales, lleno de belleza donde las imágenes exploran las emociones de los personajes y nos sumerge en diferentes tipos de artes.Historias que se remontan a la cuna de la civilización, para luego plantarlas en nuestro presente obsesionado con la tecnología, donde la profundidad del conocimiento humano ha degradado los relatos de la creación hasta el punto de que son mero forraje para los cómics de superhéroes, toda una crítica de Miller hacia el auge de este tipo de cine.

En cada uno de esos momentos que va narrando el Djinn, nos transmite una moraleja sobre la vida que cobrará un sentido en el tercer acto. Debido a que el tramo final toma un giro hacia el sentimentalismo, declarando abiertamente sus perspectivas sobre la preciosidad de la vida, cuyas partículas suspendidas en el aire nos insinúan que el amor nos rodea por todas partes, aunque esa sutileza no disuadirá a Miller de tirar demasiado fuerte de la cuerda para crear diálogos que busquen explorar esas fibras del corazón de Alithea y a su querido Djinn. 

De esta manera, Erase una vez un genio es una parábola íntima que en un principio explora la soledad de una mujer y el poder de las historias, para luego convertirse en un relato sobre ese momento mágico en una relación floreciente donde nos sentimos seguros al compartir todas las anécdotas que conforman las partes más importantes y formativas de uno mismo, donde un entusiasta sobre la narratología como Miller deslumbra y logra aferrarnos a cada diálogo de sus personajes.

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