Este jueves se estrena en cines, la nueva película del director norteamericano candidata a siete premios Óscar, incluyendo Mejor Película y Mejor Director.
Los Fabelman (The Fabelmans, Estados Unidos/2022). Dirección: Steven Spielberg. Elenco: Michelle Williams, Paul Dano, Seth Rogen, Gabriel LaBelle, Jeannie Berlin, Julia Butters, Robin Bartlett, Keeley Karsten, David Lynch y Judd Hirsch. Guion: Steven Spielberg y Tony Kuschner. Fotografía: Janusz Kaminski. Edición: Michael Kahn y Sarah Broshar. Diseño de producción: Rick Carter. Música: John Williams. Distribuidora: UIP (Universal). Duración: 151 minutos. Apta para mayores de 13 años.
La filmografía de Spielberg está plagada de alusiones a su infancia y a su relación con su familia. Indiana Jones, Encuentros Cercanos del Tercer Tipo o E.T., por nombrar algunas, están plagadas de referencias a la figura paterna. En su cabeza siempre estuvo dando vueltas contar la historia de su vida, la influencia de su familia en su carrera y su pasión por el cine. No fue hasta que una de sus hermanas, Anne, bajo el título I’ll be home escribió la historia, cuyo guion fue compartido también con sus otras dos hermanas Nancy y Sue para asegurarse de que tenía en cuenta todos los puntos de vista. Spielberg tenía dudas sobre el proyecto porque no quería disgustar a sus padres, pero una vez que ambos hubieran fallecido para darle luz verde a la película. Por eso, no sorprende que sea a ellos a los que está dedicada esta producción.
El film nos presenta a Los Fabelmans, una familia de clase media acomodada común. Burt (Paul Dano), el padre, un reconocido ingeniero informático que trabaja todo el día para mantener a su familia; Mitzi (Michelle Williams), la madre, una hábil y frustrada pianista que reniega de las tareas domésticas. Sammy (Mateo Zoryan Francis-DeFord de niño/ Gabriel LaBelle cuando es más grande) es el hijo mayor que aspira a ser cineasta; Natalie (Alina Brace/Keeley Karsten), Reggie (Julia Butters) y Lisa Fabelman (Sophia Kopera) completan el núcleo familiar. A ellos se les suma Bennie Loewy (Seth Rogen), el mejor amigo y compañero de trabajo de Burt, que se convierte en tío sustituto de los hijos. Una oportunidad laboral imposible de rechazar para Burt lleva a la familia a mudarse a otra ciudad, a lo que se suma el descubirmiento de Sammy de un secreto familiar devastador que le servirá para explorar cómo el poder de las películas puede ayudarlo a ver la verdad.
Lo que parece a simple vista puede verse un drama familiar convencional, nos muestra a una suerte de personajes que lidian de manera distinta con sus pasiones. Todos tienen algo que les mueve pero su forma de afrontarlo es diferente. Empezando por la madre que no solo ha renunciado a la música y a su don para tocar el piano sino que niega sus verdaderos sentimientos. Una situación que desemboca en una frustración evidente y en última instancia, en depresión. Su contrapunto está representado por el padre de familia, cuya excesiva dedicación laboral le convierte en poco más que un fantasma que deambula por la familia. En medio de ambos, un joven Fabelman que no sabe si perseguir su sueño de ser cineasta, siguiendo los consejos de su madre o renunciar a él como le sugiere el padre.
Steven Spielberg y Tony Kushner (juntos ya había realizado el guión de Munich) se limitan a contar a los primeros años del cineasta, ya que la película termina antes de que el director haya dirigido algo de manera profesional y eso le permite ahondar en las motivaciones de los personajes, en sus relaciones y en el impacto que suponen en sus vidas. Se destacan las actuaciones de Paul Dano, Michelle Williams y Gabrielle LaBelle como los protagonistas principales, también lo hacen los personajes secundarios, sobre todo Seth Rogen como el amigo del padre; Chloe East como Mónica Sherwood, compañera de clase e interés amoroso de Sammy: Judd Hirsh como el extraño tío de Sammy y la inolvidable escena final con David Lynch interpretando a John Ford en la conocida anécdota de Spielberg con el director norteamericano.
De esta manera, si bien Los Fabelman no es la mejor película de Steven Spielberg de los últimos años, es una tierno y conmovedor retrato familiar autobiográfico de uno de los directores más relevantes de la historia del cine. Esta vez alejándose de los universos de fantasía que suele construir o de su cine político y social, para mostrarnos cómo fue su mundo privado, su amor por el cine y como la cámara funcionó como herramienta catártica para superar una dolorosa crisis familiar, dando, nuevamente, una muestra de su notable habilidad para filmar películas de todos los géneros y su increíble capacidad para narrar historias que siempre nos llegan al corazón.