Selva Trágica de Yulene Olaizola. Crítica.

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Luego de presentarse en el Festival Internacional de Mar del Plata, llega a Netflix la película mexicana filmada en las profundidades de la selva maya.

Indira Rubie Andrewin personifica a Agnes en la película mexicana

Son varias las películas que nos han insertado en lo profundo de la selva sabiendo las dificultades que conlleva. Es toda una aventura lograrlo y es interesante escuchar siempre a los directores las peripecias que se suceden durante el proceso. Escuchando a Laura Casabé, luego de dirigir Los que vuelven en la selva misionera planteaba las dificultades climáticas con las que se encontraban día a día, conseguir la luz correcta, la presencia de insectos, etc; pero también la adrenalina que se siente por filmar en ese tipo de ámbitos naturales. Por eso cada vez que uno mira este tipo de películas no debemos dejar de pensarr en todo el proceso de filmación y disfrutar imaginando como fue filmar cada toma o escena. Algo que sucede con Selva Trágica, pero que más allá también tiene una historia que abarca muchos ejes interesantes.

El film nos traslada al año 1920, en la frontera entre México y Belice, en lo profundo de la jungla maya, en un territorio sin ley dónde abundan los mitos, un grupo de trabajadores mexicanos de la goma de mascar se cruza con Agnes, una misteriosa joven beliceña que fue herida en plena fuga de un poderoso colono inglés con el que iba casarse. Su presencia incita a la tensión entre los hombres, despertando sus fantasías y deseos. Llenos de nuevo vigor, afrontan su destino, sin saber que han despertado a Xtabay, un ser legendario que acecha en el corazón de la jungla.

Producto del lento y casi sádico transitar de la cámara que culmina en amplias postales para proyectar la abrumadora y seductora inmensidad de la selva, así como la inquietante profundidad de sus entrañas, el film logra delinear un escenario ideal. De la misma manera que el gutural murmullo del viento pasando por las ramas, impregnado del sonido de los monos aulladores, mezclado con el ruido de los machetes de los trabajadores de la goma de mascar, se convierte en el lenguaje para establecer el oscuro diálogo entre una sociedad sostenida por la explotación laboral, el machismo y la cosmogonía indígena.

Selva Trágica tiene una fortaleza para destacar, utiliza con imaginación códigos y recursos del cine de género para contar una historia cruzada por las desigualdades sociales, el machismo y la ambición. Olaizola construye una narración lenta pero igualmente tensa, potente y elíptica que no entrega respuestas sobre quién es Agnes, ni su pasado, pero que uno puede notar a medida que avanza el relato cual es su propósito con los trabajadores que tratan de escapar de la selva para cambiar su trágico destino.

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