The Sparks Brothers de Edgar Wright.

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Luego de presentarse en el Festival de Cannes, se encuentra disponible para ver online el documental sobre Spark del director de Shaun of the Dead, Hot Fuzz y Scott Pillgrim vs The World.

Sparks mezclaba ironía y humor en sus letras y se transformó en una banda de culto de los 70 y 80.

Sparks es una banda que los fanáticos de la música pueden recordar de principios de los 70, pero que tuvo su pico de éxito en los ochenta de la mano del productor electrónico Giorgio Moroder (Donna Summer) quien junto a los hermanos Mael inventaron el ‘dúo synth-pop’ como lo conocemos ahora, cuando hicieron el revolucionario álbum No. 1 In Heaven. Previo, los hermanos Mael habían dejado América y dos LP fallidos atrás para convertirse en sensación glam en Gran Bretaña; subiendo al número 2 en las listas de éxitos con el épico single de 1974, This Town Ain’t Big Enough for Both of Us. Gracias a eso, la banda recibió un gran impulso y se la podía ver en los Estados Unidos en programas como Rock Concert de Don Kirshner y American Bandstand, donde no pasaron desapercibidos, ya que los críticos los odiaron o los amaron por igual.

El líder Russell Mael es un rockero que posee un carisma especial, una especie de imitación estética de Robert Plant, con una excelsa voz aguda capaz de manejar los nerviosos himnos de autodesprecio, rencor y humor de su hermano Ron por caminos inesperados. Ron es quien escribe las canciones, toca los teclados y en esos tiempos lucía un famoso bigote de Charlie Chaplin que siempre se confunde con el de Hitler; dos simpáticos bichos raros unidos por la sangre y el destino, que navegan por un mundo que cambia más rápido de lo que el arte puede imitar.

Pero, más allá de los artistas musicales, como en cualquier película de Edgar Wright, el mercado objetivo es absorbido en este mundo por el diseño de sonido, ya sea que se trate de audio persistente de videos históricos, resultados de sonido sutiles o cortes en el ritmo. Wright saca todos los métodos que caracterizan su filmografía, con sus trucos visuales y también sus señales de iluminación, convirtiendo al film en una emotiva carta de un fanboy. La adoración del cineasta hacia la banda permite que Ron y Russell Mael disfruten y que su ingenio en pantalla encaje con el distinguido estilo del director. A medida que uno vaya viendo y conociendo la banda, caeremos en la cuenta que la percepción visual única de Wright fusiona perfecto con la anomalía musical que es Sparks. El uso del stop-motion y otras técnicas de animación por computadora eleva este punto de unión entre director y banda, demostrando que el lugar de estrellas de rock épicas que recae sobre ellos es un concepto erróneo, sino que sus canciones parecen ser la banda sonora de la vida Ron y Russell.

Para el fanático de Sparks, el film se compone de un ingenioso despliegue de entrevistas, fotos de archivo y fragmentos de videos olvidados de una era musical inolvidable. Una época donde la fama se ganaba a la antigua, con giras incesantes, viajes publicitarios y buenos discos. La película de Edgar Wright da vida a esta era gloriosa rescatando la cinematografía en color para la banda y su música; consignando a las cabezas parlantes de celebridades que hablan sobre la banda(Michael Myers, Patton Oswalt, Jane Weiland, Weird Al Yankovic, Beck, Andrew Bell) un luminoso negro, blanco y gris, que de de alguna manera funcionan como un rescate emotivo de los 25 álbumes de Sparks (si, 25 y uno mejor que el otro).

Como salvoconducto emocional y conexión personal con los artistas, Edgar se dedica a mostrarnos a Ron y Russell como dos caras opuestas de la misma moneda. Dos personas unidas por el arte, que viven la buena vida y son consecuentes son su discurso. Ron da el mismo paseo matutino por el parque de su vecindario durante 20 años, Russell frecuenta la misma cafetería y pide lo mismo todas las mañanas los siete días de la semana. Evitan las comodidades del matrimonio y los hijos para sumergirse por completo en la agradable rutina de hacer música. Se juntan para hacer discos en su estudio casero de Los Ángeles ajenos al resto del mundo. Disfrutando de un renacimiento que se evidencia en el tercer acto del film con un repaso por sus mejores discos y con la felicidad de cumplir el sueño de musicalizar, por fín, una película, Anette de Leos Carax con Adam Driver y Marion Cotillard, estrenada también en el Festival de Cannes de este año. Que se suma a la edición de un disco en el 2015 con la famosa banda Franz Ferdinand.

En The Sparks Brothers, Edgar Wright aporta sus atributos fílmicos únicos en dos horas y media de ritmo rápido que se sienten como si hubieran pasado de manera fugaz. El director deja las persecuciones de autos de Baby Driver y las reemplaza por la historia de la incansable búsqueda de fama y aceptación popular de Ron y Russell, la cual siempre fue esquiva para ellos, pero que en el tercer acto del film logra tener el final feliz que tanto esperaban. Ideal para fanáticos de Sparks pero también para quienes no lo son, ya que el film le da a la audiencia una ventana perfecta para conocer en profundidad a los hermanos Ron y Russel Mael desde sus inicios hasta la actualidad.

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