En la plataforma streaming HBO Max se encuentra disponible la serie española que retrata la vida de la famosa artista trans espalñola La Veneno.
Cristina Ortiz Rodríguez fue una actriz, cantante, modelo, prostituta y vedette española. Conocida como La Veneno, fue una de las primeras mujeres en visibilizar el colectivo transexual en España, y es reconocida como uno de los iconos LGBT más importantes de su país natal. Valeria Vegas es periodista y escritora trans española. El mundo de ambas se unió en el 2006, cuando esta última era estudiante de periodismo y La Veneno era una estrella olvidada de la televisión. De ese encuentro no solo surgió un libro llamado Digo, Ni Puta Ni Santa, la biografía de La Veneno, sino que fue el motor que sirvió de empuje para que Valeria inicie su transición para convertirse en una mujer. El 9 de noviembre de 2016, aproximadamente un mes después de publicar su biografía, se comunicó en prensa del repentino fallecimiento de La Veneno. Mientras que Valeria se transformó en la periodista más requerida para contar a las feminidades más vanguardistas de España y su biografía autorizada de Cristina Ortiz se transformó en una miniserie que rompió récords de audiencia en España y por fin se puede ver en Latinoamérica en la plataforma HBO Max.
La historia de Cristina se presenta desde el momento en que Valeria (Lola Rodríguez) busca encontrar a la desaparecida La Veneno, quien se había convertido en una estrella de la escena mediática durante mediado de los años 90 en los programas de entretenimiento nocturno Esta noche cruzamos el Mississippi y La sonrisa del pelícano. Luego volvemos el tiempo atrás, más exactamente a 1995, cuando Faila Sainz (Lola Dueñas), una periodista busca reencausar su rol en la televisión luego de una licencia por embarazo. La llegada de Machus (Ester Espósito), una joven periodista, la obliga a buscar una nota de impacto para no perder el lugar que tenía previo al embarazo. En un recorrido por las calles de Madrid se sumerge en una oscura «zona roja» donde se encuentra con una desinhibida trans que ante las cámaras comienza con una impresionante verborragia captura la atención de Faila y el camarógrafo. La escena termina de manera violenta cuando las otras trans que trabajan en el lugar la obligan a dejar la cámara, pero el vídeo logra llegar a destino y la vida de la trans cambiará para siempre. El material se convierte en un éxito, Cristina es convocada al programa y el rating se dispara. A partir de esa explosiva aparíción surgirá un recorrido por la vida de La Veneno, desde su infancia en un pueblo costero, llamado Adra, su conflictiva relación con la madre, la violencia de una sociedad que la rechaza y su llegada a la fama.
La serie no solo se encarga de mostrar la vida de La Veneno, también se transforma en un ensayo sobre la vida de cualquier mujer trans. La atracción de Valeria se produce no solo por la historia de vida de la artista, sino que funciona para el inicio de una transición que cambiará la vida de la joven periodista trans. Las personas trans, especialmente las mujeres trans, han tenido historias explotadas, tergiversadas y abusadas durante décadas, invitados a programas vulgares de contenidos absurdos (en Argentina podemos citar Zap de Marcelo Polino o alguno de Mauro Viale en los 90), ambos deshumanizándolos en gran medida. Con la ficción fue aún peor, los trans formaban parte de una broma o un horror, o, en el mejor de los casos, se convertían en una tragedia fascinante. Por eso, la serie es una señal de los tiempos cambiantes, con una forma tan sencilla de describir que probablemente sea uno de los mejores reflejos de una triste realidad del colectivo.
También dialoga sobre periodismo, representación y explotación, a la vez que toca temas sobre la familia, la trascendencia y la autorrealización. Ahí es donde existe otro plano de la realidad de cómo ser queer y cómo ser trans: un mundo mágico y siniestro donde nuestros límites internos desaparecen y nuestros límites externos disminuyen con la ayuda de unos a otros. Por momentos la serie se convierte en un espectáculo complejo con diversas capas que encuentra oportunidades e imaginación expansiva en sus diferentes historias. Sigue a Valeria a lo largo de su propia transición cuando conoce a Cristina, escribe y publica el libro; retrocede para mostrar la vida complicada, a menudo trágica, de Cristina. Hace que la historia de Valeria no sea un mero dispositivo de encuadre, sino que es la excusa para mostrar que Cristina Ortiz Rodríguez fue de todo en su vida: una trabajadora sexual, cantante y personalidad de los medios que se convirtió en una de las primeras mujeres trans conocidas en España. Explotada por los programas de entrevistas en los que apareció y le dieron una plataforma, pero también por la sociedad la elogió y continuó abusando de ella. Su vida fue fantástica y miserable a la vez convirtiendo a la propia Cristina en un personaje difícil e inspirador, complicada y muchas veces cruel.
Cristina es interpretada por cinco actores diferentes: dos niños y tres mujeres trans, Jedet, Daniela Santiago e Isabel Torres. Las tres mujeres son increíbles y la elección de que Jedet interprete a Cristina durante tantos años antes de la transición es lo que hace que esas escenas funcionen. De la misma manera que Cristina era una mujer de intenso carácter y cada una de estas mujeres capta tanto su intensidad como su vulnerabilidad, con interpretaciones que fluyen a la perfección entre sí para crear un retrato completo de La Veneno. También centra su atención en la mejor amiga de Cristina, Paca La Piraña, quien es interpretada por ella misma en el presente, y en el pasado por Desirée Rodríguez.
Luego está Lola Rodríguez, el corazón del espectáculo. Gracias a su papel, conocemos a Valeria antes de la transición y la vemos durante diez años mientras se convierte en ella misma. Una actuación notable de que merece tanto elogio como el trabajo más llamativo de las Cristinas. En un programa sobre cómo se representan las personas trans, su actuación es a la vez una muestra de sus propios talentos únicos y una prueba de la importancia de confiar las historias de transición en quienes han sido protagonistas de la misma.
La actuación de ese trío hace que los momentos más atractivos sean los que Valeria pasa con Cristina y Paca y todas las demás mujeres trans a su alrededor, para ver el apoyo intergeneracional entre las mujeres trans, que rara vez aparece en la pantalla. Ese mismo patrón se ve en la propia historia de Cristina: un destello de una mujer trans en Tailandia, Paca invitándola a hacer drag, el propio mentor de Cristina y su tocayo dándole la bienvenida a West Park y al trabajo sexual; personas que no pueden convertirse en lo que no pueden imaginar y se ayudan mutuamente.
Veneno es una serie que entiende el peso de la historia que está contando. Muestra todas las facetas por la que pasa Cristina a través de su vida, pasando del humor a la tragedia con fluidez y dinamismo. Es capaz de mostrarnos a La Veneno irreverente y divertida hasta la mujer trans totalmente desdibujada y maltratada en la dolorosa estadía en una cárcel de hombres (el capítulo más duro de la serie) o por una madre que la niega. Una historia que une dos realidades distintas del mundo trans; una luchando dentro de la marginalidad, en soledad, aceptando las migajas de amor que la vida le da; otra en un contexto distinto, acompañada y aceptada pero consciente de que la lucha, la amistad y la unión del colectivo fue pilar fundamental para lograr ser reconocidos.