[Crítica] Anatomía de una caída de Justine Triet

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Este jueves se estrena en cines argentinos la película francesa ganadora del Globo de Oro a Mejor Película de Habla no Inglesa y la Palma de Oro en Cannes.

Ubicada en los Alpes franceses, la narrativa de Anatomía de una caída se despliega con un breve prólogo que culmina en el hallazgo de un cuerpo sin vida en la nieve, frente a una aislada casa familiar. Samuel, un escritor aparentemente abatido de cuarenta años, yace muerto. Sandra, su esposa, una novelista intelectual de renombre, aparenta sorpresa, al igual que su hijo de 11 años, Daniel. La película plantea la interrogante: ¿Le creemos? La reacción de Sandra parece extrañamente autónoma, salvo por sus episodios de llanto que parecen algo forzados. Este matiz es crucial, ya que durante toda la película, tanto el jurado como el espectador se debaten constantemente en la duda, sumergiéndose en el debate de si ella es la culpable, mientras explora la pregunta de cuánto realmente conocemos a una persona y cuáles son nuestros prejuicios conscientes o inconscientes.

Vincent, un comprensivo abogado defensor con quien Sandra tuvo una aventura, emplea estas interpretaciones en su estrategia legal. Aunque puede que no haya sido la elección más sagaz por parte de Sandra, se percibe que todo está meticulosamente calculado. La dificultad de Sandra para discernir entre su vida, su arte y sus amores alimenta tanto al fiscal estatal como a los medios de comunicación, quienes se regodean con el juicio. Mientras tanto, el hijo de Sandra, Daniel, con discapacidad visual, queda en un limbo tenso y es resguardado por un tutor de la corte para evitar la influencia de su madre.

Utilizando el sonido y la imagen para desentrañar la trama, con entrevistas, grabaciones y reconstrucciones policiales, la directora mantiene alerta al espectador mientras ensambla el rompecabezas en este filme judicial, donde destaca la complejidad del sistema jurídico francés, donde un menor puede testimoniar contra su madre y enfrentarse a presiones de investigadores y fiscales.

De esta manera, Justine Triet teje un retrato de una mujer enigmática y compleja, inmersa en un drama judicial. Sostenida por la apasionante interpretación de Sandra Hüller, Anatomía de una caída es un filme que se cocina a fuego lento, envolviendo al espectador gradualmente hasta alcanzar un punto donde la trama se eleva, transformándose no solo en un film judicial, sino también en un reflexivo drama sobre las relaciones conyugales y los egos.

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