[Crítica] Norma de Santiago Giralt

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Protagonizada por Mercedes Morán, se estrena en cines la nueva película del director de Queer Diaries, Toda la gente sola y Antes del estreno, entre otras.

Norma, interpretada por Mercedes Morán, vive en un pequeño pueblo rural llamado Las Tucas (marihuaneros abstenerse, ese pueblo no existe) y se encuentra en el umbral de un nuevo capítulo en su vida. Todo comienza cuando regresa a su hogar un día y se entera de que su empleada doméstica, Claudia Cantero, ha tomado la decisión de dejar su empleo de inmediato. Esto la deja repentinamente sola en su casa. Su esposo, personificado por Alejandro Awada, rara vez está presente y cuando lo está, apenas conversan. Su hija, Mey (Mercedes Scápola), ya ha alcanzado la adultez, se convirtió en médica y ha establecido su propio hogar. Su relación con su hermana, interpretada por Mirella Pascual, se ha enfriado debido a un conflicto no resuelto. La rutina de Norma se limita a cuidar a su anciana madre, interpretada por Elvira Onetto, quien pasa sus días absorta mirando «la novela».

Este giro inesperado no la sume en la depresión, sino que la impulsa a salir de su zona de confort. Norma empieza a notar los vacíos en su vida cotidiana. Sin que nadie mencione palabras como ansiedad o depresión, se aventura a explorar páginas en línea para adquirir marihuana medicinal y busca a una terapeuta, interpretada por Lorena Vega, aunque desconoce en gran medida en qué consiste la terapia psicológica. Todo esto se desarrolla en un pequeño y conservador pueblo de provincia donde las mujeres de su edad raramente discuten estos temas y deben mantener una fachada de vida tranquila como «la señora de», en este caso, la esposa del presidente de la Sociedad Rural local.

Estos acontecimientos conducen a que Norma explore mundos más allá de las cuatro paredes de su hogar y de la casa con piscina que su esposo está decidido a vender. A pesar de que sus aventuras incluyen velatorios, enfrentamientos con la policía y otros conflictos, estos elementos se abordan con un toque de comedia. La apertura de Norma al mundo la lleva a descubrir deseos sexuales menos sujetos a patrones patriarcales, descubrir mundos desconocidos y enfrentar reuniones y desilusiones que la hacen darse cuenta de que hay más en la vida que seguir siendo la misma persona.

Norma es una comedia sin pretensiones excesivas. Santiago Giralt no evita los estereotipos clásicos del entorno que representa, pero también se aventura en territorios poco explorados en las comedias convencionales y costumbristas, abordando temas como experimentar las drogas en la adultez, como manejar la ansiedad, la inseminación artificial, las parejas del mismo sexo y los ataques de pánico, siempre un toque de humor, cando como resultado final un interesante abordaje sobre la madurez de una mujer que descubre que es posible ir más allá de las expectativas impuestas por su nombre y su entorno.

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