[Crítica] Resistencia de Gareth Edwards

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Este jueves, se estrena en cines la nueva película del director de Monsters, Godzilla (2014) y Rogue One.

En medio de una futura guerra entre la raza humana y las fuerzas de la inteligencia artificial, Joshua (John David Washington), un curtido ex agente de las fuerzas especiales que sufre por la desaparición de su esposa, es reclutado para cazar y matar al Creador, el arquitecto de IA avanzada que ha desarrollado un arma misteriosa con el poder de poner fin a la guerra, e incluso a toda la humanidad. Joshua y su equipo de agentes de élite viajan a través de las líneas enemigas hasta el corazón oscuro del territorio ocupado por la IA. Una vez allí, descubren que el arma que acabará con el mundo y que les han ordenado destruir es una IA que ha adoptado la forma de una niña pequeña.

Con esa premisa en manos de Edwards el primer logro notable de Resistencia se encuentra en como logra componer un mundo que se ve real, cuyas relaciones se sienten sinceras con problemáticas que tienen anclaje en la vida real, en la relación del ser humano con el incipiente avance de la IA y los peligros que conlleva, sobre todo cuando puede caer en manos equivocadas. El segundo se encuentra en la elección de la joven debutante Madeleine Yuna Voyles para el papel principal de Alphie, la «simulante» destinada a transformar el rumbo de los sucesos.

De esta manera y apoyado sobre esas bases, Gareth Edwards y Chris Weitz (They Listen) adoptan un enfoque poco común en el guión, ya que no buscan endilgar todos nuestros problemas a las inteligencias artificiales, sino que las humanizan, atribuyendo a su vida creencias religiosas, lazos afectivos y rituales propios. Aunque nuestra realidad cotidiana nos lleva a considerar a las IA como una amenaza, con el cine tendiendo a reforzar esta percepción («Misión imposible:Sentencia mortal», la más reciente), aquí optan por un enfoque distinto, que puede parecer ingenuo, pero tiene su propia lógica: el gran temor que nos embarga es que las IA superen nuestras capacidades y actúen de forma autónoma. Sin embargo, hasta ahora, las hemos concebido como herramientas cuyos resultados solo podemos atribuir a nuestra propia responsabilidad.

Pero lo que termina de hacer de Resistencia una gran película de ciencia ficción es que, así como Gareth Edwards logró tocar la fibra íntima de los fans de Stars Wars en Rogue One, acá lo hace evocando obras emblemáticas del género como 2001: Odisea en el Espacio, Aliens, Terminator o Blade Runner, en incluso más cercanas como Distrito 9 o Elysium. Lo hace con un tema latente, que avanza a pasos agigantados, donde el peligro del manejo de las Inteligencias Artificiales se sienten cada vez próximo. Abarcando temáticas como la paternidad, los vínculos de la humanidad con la tecnología, haciendo paralelismos con las políticas bélicas norteamericanas a través de la historia (sobre todo la guerra de Vietnam), siempre realzada por la brillante banda sonora de Hans Zimmer, que le da a la película la épica necesaria que este tipo de films requiere.

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