Este jueves se estrena en cines argentinos la película protagonizada por el ganador del Óscar, Rami Malek.
¿Puede un criptógrafo de la CIA convertirse en un justiciero internacional? En El Amateur, Rami Malek se pone en la piel de Charlie Heller, un experto en códigos con un coeficiente intelectual que haría palidecer a cualquier nerd de Silicon Valley, y cuya vida da un vuelco cuando su esposa (Rachel Brosnahan) muere en un atentado terrorista. A partir de ese momento, el protagonista se lanza a una misión de venganza que lo lleva por Londres, París y Estambul, en una mezcla de espionaje, hacking y acción contenida. Pero lo que podría ser otro thriller al estilo Jason Bourne, se convierte en una propuesta ligeramente distinta.
Dirigida por James Hawes (Slow Horses), la película adapta libremente la novela de Robert Littell publicada en 1981. Aunque su planteo es bastante convencional, se permite algunos giros absurdos que la vuelven, al menos, entretenida. El tono visual —frío, limpio, casi publicitario— acompaña el estilo sobrio del relato, que combina drama emocional con persecuciones de manual.

El motor de la historia es la pérdida de Charlie, aunque el duelo se traduce más en miradas congeladas que en una verdadera carga dramática. Su esposa aparece cada tanto como alucinación nostálgica, en imágenes que parecen salidas de un comercial. Y si bien Charlie se presenta como un personaje nuevo, no escapa demasiado a lo que Malek ya había mostrado en Mr. Robot: un hacker introvertido, emocionalmente roto, incómodo en su cuerpo, pero cerebral y obsesivo hasta el final.
Donde la película gana terreno es en la ironía con la que construye al personaje principal: alguien incapaz de romper una puerta sin antes mirar un tutorial de YouTube, que necesita varios tragos para animarse a entrar en un club lleno de gente, y que, aun con entrenamiento de espía, sigue pareciendo fuera de lugar en el mundo de los golpes y las armas.
No es un superhéroe, ni un asesino letal. Y esa es, quizás, su mayor fortaleza. A diferencia de los arquetipos del género, Charlie es ansioso, torpe y socialmente aislado. Malek le aporta credibilidad a esa fragilidad, incluso cuando la acción se torna inverosímil. Lo rodean figuras como Laurence Fishburne, Jon Bernthal y Michael Stuhlbarg, todos sólidos en sus roles aunque presos de estereotipos ya gastados: el mentor sabio, el villano elegante, la espía rusa con acento impostado.
El Amateur no escapa a los lugares comunes del cine de espías, pero encuentra su identidad en los márgenes. No revoluciona nada, pero tampoco pretende hacerlo. Su crítica al poder es tímida, y su estructura narrativa bastante predecible. Aun así, logra construir una historia funcional que entretiene sin exigir demasiado.