[RESEÑA] El Desarmadero de Eduardo Pinto.

Nuestra puntuación

Luego de presentarse en el 36° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, este jueves se estrena la nueva película del director de Palermo Hollywood y Corralón.

Bruno sale de una internación dentro de un neuropsiquiátrico luego de estar un largo tiempo a raíz de una profunda depresión por la traumática pérdida de esposa e hija. Al salir, en lugar de volver al arte, su pasión, encuentra refugio en su amigo Roberto, quien le proporciona un trabajo como cuidador de un gran desarmadero de autos a la vera de la ruta. Viviendo dentro de un pequeño tráiler, lo que parecía el trabajo perfecto para Bruno, se transforma en una dolorosa pesadilla cuando deberá enfrentarse a jóvenes que merodean el lugar en busca de chatarras y fantasmas del pasado que parecen no querer dejarlo en paz.

Un drama con elementos del terror, es la nueva propuesta que nos trae Eduardo PInto. Con una soberbia actuación de Luciano Cáceres, interpretando a Bruno, el director nos sumerge en un espiral de vesania que sufre el personaje por una herida del pasado que no puede curar ni el mejor fármaco que le puedan brindar. La sola locación del desarmadero es el lugar perfecto para retratar el concepto principal del relato. Los autos chocados, cada uno con su propia historia de dolor por muertes inesperadas, son el transfondo donde se desarrolla el principal trauma de Bruno: la soledad por la pérdida de su familia luego de un accidente de tránsito. En contraposición a eso, las tomas aéreas de la autopista son el flujo de vida que muestran la marcha a toda velocidad, mientras otras quedan truncadas en un costado del camino. La precaria casilla que rechina es el lugar del encierro de Bruno, el hombre que no puede con su alma.

Potenciada por la música y los estruendosos sonidos que irrumpen el descanso del cuidador, el director apela a los planos angulares que le aportan al film un ambiente onírico que nos sumerge en la traumada psiquis del protagonista. Bien secundado por Clara Kovacic como la siniestrada esposa de Bruno, Pablo Pinto en el papel de Roberto y de Malena Sánchez como la médica psiquiatra y el lujo de Luciano Cáceres de compartir cartel con su hija, en el papel del fantasma de la hija de Bruno que deambula por el desarmadero. A ellos se le suma la perfecta caracterización de Diego Cremonesi y quienes lo acompañan, buscando chatarra basura para vender.

Con un abordaje de la locura similar a La Isla Siniestra de Scorcese y una puesta en escena que por momentos recuerda a El Maquinista de Brad Anderson, El Desarmadero es una propuesta de terror psicológico intensa y controlada con precisión. Construido en torno al protagónico de Luciano Cáceres, el film se muestra como un estudio del deterioro de un insomne ​​traumado por la pérdida familiar. «No estoy loco, estoy solo» es el desgarrador grito final del protagonista y en esa frase se resume la idea central del film: no hay posibilidad de poder tapar su tormento y su desconsuelo, por más esfuerzo que hagan quienes lo rodean.

* Reseña realizada en el marco de la 36° Edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata.

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