El Empleado y el Patrón de Manuel Nieto Zas.

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Luego de pasar por los festivales de Cannes, San Sebastián, Guadalajara y Mar del Plata, la tercera película del realizador uruguayo se estrenó en salas de Buenos Aires y en la plataforma Cine.ar

Nahuel Perez Biscayart y Cristian Borges protagonizan El Empleado y el Patrón.

Rodrigo (Nahuel Pérez Biscayart) está a cargo del negocio familiar, un patrón de estancia poco convencional, ligeramente incómodo en su rol. Junto a su esposa (Justina Bustos) están preocupados porque su bebé presenta posibles signos de un trastorno del espectro autista, por eso ambos esperan ansiosos el diagnóstico. Pero Rodrigo también tiene otras preocupaciones: en esa zona rural, en la frontera entre Uruguay y Brasil, ya no queda mucha gente para trabajar y, en la búsqueda de algún empleado que pueda manejar los tractores para la cosecha, conoce a Carlos (Cristian Borges), el hijo de un viejo empleado del padre. Carlos , está más interesado en los caballos y en competir en una futura carrera que en sus tareas, pero acepta porque, aunque es muy joven, tiene una familia que mantener: su mujer y, como Rodrigo, una bebé. Pero un accidente desencadena una tragedia terrible y tensiones profundamente atravesadas por conflictos de clase y relaciones de poder.

Haciendo foco en retratar como funciona una relación dentro del sistema capitalista de trabajo, Manuel Nieto Zas muestra como las capas de la jerarquía social y de clase definitiva inevitables e inmediatas, manteniendo el acento en su pura improbabilidad a lo largo de toda la película. El director registra sutilmente las tensiones que pueden sustentar y hervir debajo de la conciencia proyectada de la relación empleado y empleador. Hurgando en la diferencia de clase, la riqueza, el estatus y el privilegio, especialmente de las dimensiones cambiantes pero elementalmente estáticas y rígidas de tales marcadores vinculantes a través de la amplitud de las generaciones. Presionado por padre de Rodrigo (Jean Pierre Noher), habituado al sentido de propiedad de cualquier empresario de su generación, que lo tranquiliza para que no permita ningún grado de culpa resida en Rodrigo y que, de alguna manera afecte sus negocios, ya que Carlos había sido advertido sobre el lugar del accidente. La culpa es un estorbo en su sentido más verdadero que Rodrigo y su clase de personas ni siquiera aceptarían.

En ese plano se lucen ambos protagonistas: Nahuel Pérez Biscayart interpreta los dilemas morales de Rodrigo con una mezcla de incertidumbre y una apremiante sensación de estar atado a su lugar, siempre en un tono resignado. Cristian Borges más hosco y apesadumbrado, con una autoexpresión majestuosa que oculta el dolor por una pérdida irreparable y el sentirse responsable de la misma. Los dos conducen con naturalidad la relación central en todas sus fluctuaciones, captando a la perfección una asociación que va camino a quedar irresuelta y repleta de cuentas pendientes. De esta manera, El Empleado y el Patrón se convierte en un cuestionamiento de una sociedad individualista y egocéntrica donde los incentivos mercenarios triunfan sobre la decencia básica.

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