Elvis de Baz Luhrmann

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El jueves 14 de julio se estrena en cines argentinos la biopic sobre el astro estadounidense del rock and roll.

La breve vida de Elvis Presley no encaja perfectamente en una fórmula biográfica convencional, aunque muchos lo han intentado y otras la han homenajeado. Elvis de John Carpenter, con Kurt Russell en el papel principal; El Último Elvis, la maravillosa película de Armando Bo; o la comedia de terror Bubba Ho-tep, donde Bruce Campbell se pone en la piel del cantante para entregarnos una de las mejores películas ideal para los fans. El director Baz Luhrmann parece el visionario perfecto para capturar el color y el caos de Elvis “la marca”. Creador de musicales inolvidables como Romeo & Julieta y Moulin Rouge, Baz esta vez sorprende al elegir desentrañar esta película biográfica a través de los ojos del Coronel Tom Parker, el muy difamado manager del Rey. 

El coronel Tom Parker (interpretado por Tom Hanks) es el narrador de la historia, pero de ninguna manera está sesgada a su favor. Todos sus tratos turbios y engaños quedan al descubierto para ser juzgados por el espectador A pesar de algunos momentos extremadamente emotivos y conmovedores, tampoco es una historia triste; es una película biográfica que está llena de vida, donde hay tomas aéreas arremolinadas de Las Vegas; portadas de periódicos parlantes; máquinas tragamonedas con el tema de Elvis para mostrar cambios de vestuario; líneas punteadas en un mapa mientras viajamos por los EE. UU. con el Rey. Es una historia de la pobreza a la riqueza que ve a Elvis como un niño que crece dentro de la comunidad afroamericana en Tupelo, Mississippi, y se convierte en el ícono de la música

Tom Hanks y Austin Butler protagonizan Elvis

Apoyado en la absorbente actuación de Austin Butler, el film no explica, no se disculpa ni se preocupa por la lógica. Las fechas y los lugares, cuando se transmiten, a menudo pasan volando en montajes de titulares de periódicos o transmisiones. Elude o ignora por completo algunas cosas importantes, como el hecho de que conoció a Priscilla (profundizada por Olivia DeJong) cuando él tenía 24 años y ella 14. Toda su carrera en Hollywood se resume en un montaje rápido que termina con el Coronel de Tom Hanks. Tom Parker diciendo en una voz en off “nos divertimos mucho”. Tal vez sea porque hay otros momentos que Luhrmann y su equipo de guionistas consideran más importantes: los primeros actos de rebelión de Elvis en desafío a los políticos locales, la muerte de su madre, los asesinatos de Martin Luther King Jr. y John y Robert Kennedy, el especial de regreso vestido de cuero de 1968 y la jaula dorada de su residencia en Las Vegas, entre ellos.

Aún así, este gran espectáculo de casi tres horas que lo lleva de la cuna a la tumba, está impulsada por la interpretación trascendente de Butler de Elvis a partir de los 17 años, capturando su ascenso casi de la noche a la mañana de un escuálido camionero y cantante ocasional a ser el hombre más famoso del mundo. Parker, el controvertido mánager y promotor de Elvis, puede que no supiera mucho sobre música, pero vio lo que Elvis le hizo a una audiencia con su estilo proto-punk, caderas girando y mezcla de country y R&B y supo que podía ganar dinero. La película se asegura de poner las influencias de Mississippi y Beale Street de Elvis al frente y al centro. Lo vemos absorber todo, desde la sensualidad de los juke joints y el éxtasis en las carpas de avivamiento pentecostal que vio cuando era niño hasta el trabajo de artistas negros como BB King (Kelvin Harrison Jr.), Big Mama Thornton (Shonka Dukureh), La hermana Rosetta Tharpe (Yola), Little Richard (Alton Mason) y Arthur “Big Boy” Crudup (Gary Clark Jr.) los vería más tarde.

Austin Butler se mete en la piel de El Rey del Rock.

Para no bajar nunca el ritmo, el director musical Elliot Wheeler ofrece remixes de ciertas pistas de Elvis, con mucha más moderación de lo que uno esperaba para una película de Luhrman, con el impresionante catálogo musical de Presley maximizado en todo momento. Los metales, el punteo y el temblor de canciones específicas contribuyen a ese latido general. El diseño de vestuario de Catherine Martin es exactamente el sueño febril del tecnicolor que esperarías que fuera. Nos lleva desde los primeros días de los zoot suits y los mechones caídos hasta los ajustados cuellos de polo y los tupés brillantes hasta la deslumbrante variedad de disfraces de Las Vegas.

La película deslumbra en términos visuales, lo que no debería ser una sorpresa para un film de Baz Lurhmann. Pero dentro de toda el vértigo musical y de montaje que propone, hay un trasfondo: el empresario que aprovecha «la grieta» entre los que odian y aman a Elvis para hacer su negocio; el interés de estos por tener un artista sin compromiso social para no arriesgar su carrera y la necesidad de Elvis de plantar posición política en una Estados Unidos convulsionada. La película es una mezcla de Elvis la marca y Elvis la persona y cómo, francamente, Tom Parker solo se preocupaba por el primero. Siempre que «su chico» subiera al escenario para asegurarse otro cheque, no le importaba lo que estaba llenando para poder manejar.

Las últimas imágenes de Elvis, una mezcla de ficción y material de archivo, son desgarradoras; toda la película presentada como un sueño en tecnicolor hecho realidad en estos últimos momentos se sienten más como una pesadilla. Allí, Luhrmann deja picando la pregunta: ¿Qué podría haber logrado Elvis si alguna vez se hubiera liberado de las garras de Parker? Cimentando de esta manera el atractivo perdurable del Rey del Rock and Roll en una pieza cinematográfica fenomenal impulsado por la increíble actuación de Austin Butler, un vestuario deslumbrante y una banda sonora perfecta.

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