Luego de su estreno en salas, llegó a HBO Max la segunda parte del film estrenado en 2019, protagonizado por Taylor Russell.
Hace dos años Adam Robitel, el director que nos sorprendió con la aterradora The Taking of Deborah Logan, estrenó Escape Room, una película que mezclaba conceptos de distintos films de encierros y de juegos de supervivencia. Tomando elementos de Saw, Hostel y la italiana El Cubo, mostraba a un grupo de personas encerradas dentro de distintas salas temáticas en las que debían resolver distintos acertijos para sobrevivir. La diferencia con las otras producciones del mismo tipo eran que, pese a lo extremo y lo peligroso que resultaban los juegos, el gore y la sangre brillaban por su ausencia, lo que hizo que Escape Room se transforme en un juego por la supervivencia apto para el consumo masivo, sobre todo el juvenil. Así fue que, con un presupuesto de solo 9 millones de dólares, la película se transformó en un éxito masivo que, sumado al final abierto, obligó a realizar una secuela.
La misma retoma la historia de los dos sobrevivientes de la película anterior, Zoey (Taylor Russell) y Ben (Logan Miller) sufren por las traumáticas consecuencias de haber participado en los juegos de MInos, la misteriosa empresa que los obligó a pelear por su vidas. Tratando de cerrar la herida que dejó en sus mentes, ambos siguen las pistas que lo conducen a New York, el lugar donde estaría la sede de la empresa. Pero al llegar allá son víctimas de un asalto que los llevará a un vagón subterráneo, donde caerán en la trampa de tener que volver a sobrevivir a los acertijos de Minos, pero esta vez, junto a otros sobrevivientes de los juegos.
Con la misma premisa que la anterior, Adam Robitel vuelve a meter al espectador en un adrenalítico viaje por la supervivencia. Pero, a diferencia de la anterior, esta vez el espectador se siente parte del juego gracias a que los mismos se plantean de forma más sencilla y con más detalles, siendo más fácil de seguir. Esta nueva dinámica nos permite seguir con más entusiasmo la lucha por sobrevivir de cada uno de los personajes, fortalecido con el ingenio de cada uno de los juegos y un ritmo frenético dado por la música electrónica que lo acompaña.
No cambia el género, ni es revolucionaria, pero Escape Room 2: Reto Mortal sabe lo que quiere y lo que busca. En una época donde los jóvenes (y no tan jóvenes) viven y consumen productos a un ritmo vertiginoso, el film entiende al público al que apunta, interpreta sus códigos y sus formas de entretenerse. No busca que analicemos metáforas, ni profundicemos en cuestiones psicológicas de los personajes, solo nos propone participar de un entretenido juego a contrarreloj que no da respiro durante la hora y media de duración. Tiempo justo para que el espectador pase un buen rato viendo como los protagonistas sufren tratando de sortear las trampas mortales y resolviendo los enigmáticos acertijos que la millonaria empresa les pone en el camino. Eso si, al igual que la primera, con un final que deja el camino abierto para una tercera parte.