Hombre Muerto | Review

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Luego de su presentación en el BAFICI, este jueves se estrenó en cines argentinos la película de Andrés Tambornino y Alejandro Gruz, protagonizada por Osvaldo Laport.

Aunque muchos géneros cinematográficos parecen estar en declive, el western se mantiene como una tierra casi mítica, pocas veces revisitada, sobre todo en el cine argentino. Hombre muerto inicia con todos los elementos propios del género, pero lo que podría haberse quedado en un homenaje, se transformará en algo más audaz.

La cinta nos traslada a 1983, en un pueblo olvidado por el tiempo, donde el polvo y el silencio son los únicos testigos. El Ingeniero (Diego Velázquez) ha mantenido el control absoluto; dueño de una mina de azufre clausurada, ha condenado a muchos a la pobreza, y ahora planea abandonar el lugar. Pero frente a él está Almeida (Osvaldo Laport), un hombre taciturno que vive en soledad junto a Patricia (Yanina Campos), su joven y embarazada compañera. La llegada de Simón (Oliver Kolker), un misterioso forastero con la intención de contratar a alguien para asesinar a El Ingeniero, rompe la frágil paz del pueblo. Este encargo despierta una cadena de intrigas y traiciones que involucran a todos los habitantes, desde el comisario (Sebastián Francini) hasta el Padre Francisco (Roly Serrano) y Camilo (Daniel Valenzuela).

Pero lo que comienza como un simple asesinato a sueldo se convierte en una espiral de engaños y confrontaciones, donde cada personaje revela sus verdaderas motivaciones. En este desenlace, la película se eleva por encima de los clichés del género, mostrando que, aunque el western pueda parecer un territorio agotado, aún tiene el poder de sorprender y emocionar.

Filmada en las majestuosas locaciones naturales de la provincia de La Rioja, logra capturar la esencia visual al recuperar la iconografía característica del género. A través de panorámicas que muestran paisajes áridos y casi desérticos, minas abandonadas, extensas salinas y la presencia del ferrocarril, la película evoca un mundo donde el aislamiento y la hostilidad del entorno son protagonistas.

Pero Hombre muerto no solo rinde homenaje al cine en general y al western en particular, sino que también ofrece una historia que, a pesar de su aparente simplicidad, se convierte en una apuesta arriesgada y valiente, coqueteando con lo absurdo, exagerando sus personajes, y adentrándose en un humor negro que no teme explorar los rincones más oscuros de su narrativa.

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