Se estrenó en la plataforma Netflix, la ópera prima de Greg Jardin que sorprendió en festivales internacionales.
Última sensación salida del Festival de Sundance, Lo que hay adentro llamó la atención del mundo cinematográfico no solo por su intrigante trama, sino también por el elevado precio que pagó Netflix por los derechos: nada menos que 17 millones de dólares. La historia comienza con Shelby (Brittany O’Grady), quien está lidiando con una crisis personal en su relación amorosa. Frustrada por la falta de pasión con su novio Cyrus (James Morosini), intenta inyectar algo de emoción en su vida sexual, pero se encuentra con un obstáculo inesperado: lo sorprende viendo pornografía. Este conflicto inicial establece el tono tenso entre la pareja, aunque el foco rápidamente cambia cuando ambos se dirigen a la boda de un amigo, Reuben (Devon Terrell), donde se reúnen con viejos compañeros de la universidad para una noche de celebración.
En este ambiente festivo, surgen las primeras grietas emocionales, especialmente con Nikki (Alycia Debnam-Carey), una influencer cuya creciente popularidad despierta en Shelby una mezcla de celos e inseguridad. Este conflicto personal es interrumpido por la llegada inesperada de Forbes (David Thompson), un excompañero que trae consigo un misterioso juego que, lejos de ser inofensivo, pone al grupo en situaciones tensas y peligrosas. La película comienza a desarrollar un aire de thriller psicológico, jugando con las emociones reprimidas y los secretos entre los personajes.

Sin embargo, el gran problema de la película es que nunca llega a explotar todo su potencial. Aunque en sus primeros momentos promete un misterio oscuro y una trama cargada de tensión, rápidamente se deja arrastrar por revelaciones forzadas que debilitan el suspenso. Los elementos visuales, como el uso de luces rojas para subrayar la «verdad» en las situaciones, son efectivos a ratos, pero en su mayoría subrayan una falta de confianza en el público para captar el subtexto. Lo que podría haber sido una experiencia más psicológica y perturbadora se convierte en algo más predecible y explicativo.
Los puntos más fuertes de Lo que hay dentro están en su elenco, que trabaja para darle profundidad a personajes que de otro modo serían superficiales. La dinámica entre el grupo de amigos está bien lograda y, aunque el guion no siempre les hace justicia, logran crear momentos interesantes. No obstante, el filme nunca deja que el espectador se involucre por completo en el misterio, explicando cada giro de la trama en lugar de permitirle jugar con la ambigüedad.
Es por eso que, a pesar de su promesa inicial y de un elenco competente, Lo que hay dentro se queda a medio camino entre el thriller psicológico y el entretenimiento ligero. Los momentos de tensión están presentes, pero las revelaciones bruscas y el exceso de explicación desinflan lo que podría haber sido una experiencia mucho más intrigante. Igualmente, para los fanáticos del suspenso con tintes de comedia negra, esta película ofrece suficientes momentos de entretenimiento y unas cuantas sorpresas.