Mazel Tov: familia, duelo y celebraciones

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Este jueves se estrena en cines la segunda película de Adrián Suar como director, coprotagonizada por Fernán Mirás, Natalie Pérez y Benjamín Rojas.

A veces, los momentos que deberían unir a una familia —como una boda o un rito de iniciación— terminan revelando todo lo que la separa. En Mazel Tov, Adrián Suar explora esa tensión con una película que combina humor, duelo y conflictos familiares no resueltos. Es su segundo trabajo como director, y probablemente el más íntimo.

Darío Roitman, interpretado por el propio Suar, vive en Estados Unidos y regresa a Buenos Aires para participar en el casamiento de su hermana (Natalie Pérez) y en el bat mitzvá de su sobrina, hija de su hermano mayor (Fernán Mirás). Sin embargo, la muerte repentina de su padre, ocurrida justo antes del viaje, altera por completo los planes. Lo que prometía ser una celebración se convierte en un velorio improvisado. Y en ese contexto de emociones cruzadas, surge la disyuntiva: ¿suspenderlo todo, seguir adelante o encontrar un equilibrio posible?

El reencuentro entre los cuatro hermanos (el cuarto es Benjamín Rojas) abre la puerta a reproches, tensiones larvadas y vínculos desgastados. En el fondo, lo que está en juego es algo más que una decisión logística: es el intento de reconstruir, o al menos entender, una historia familiar fracturada. Y, en el caso de Darío, también implica enfrentar asuntos personales que venía postergando, como la relación con su ex (Lorena Vega) y su hijo.

Lejos del slapstick o el humor más físico de otras producciones donde Suar ha participado, Mazel Tov encuentra su ritmo en la incomodidad. Las situaciones absurdas están presentes, sí, pero aquí no son el centro, sino la antesala de un drama familiar que se va revelando capa a capa. El tono se vuelve más íntimo, más sereno, más parecido al cine de Noah Baumbach (o Daniel Burman en Argentina), donde los vínculos se exploran con ironía, ternura y cierta amargura inevitable.

Suar encarna a un personaje que vive a la defensiva, que esconde lo que siente detrás de frases hechas y actitudes evasivas. Pero quien más sorprende es Fernán Mirás, en un papel contenido, complejo, emocionalmente denso. Juntos encarnan la tensión entre dos formas de lidiar con la herencia emocional de un padre ausente o demasiado presente. El elenco —que incluye a Rodolfo Ranni, Esteban Bigliardi, Adriana Aizenberg, Alberto Ajaka, Pablo Fábregas y Guillermo Arengo— aporta solidez y matices, aunque llama la atención la escasa presencia de actores judíos para una historia anclada en esa tradición.

Con guion de Pablo Solarz, Mazel Tov funciona como un intento de Suar por correrse de su zona de confort. Si bien conserva algunos gestos del cine más popular —ciertos giros previsibles, algunas frases subrayadas—, se nota una búsqueda más honesta, más sentida. No es una película perfecta, pero sí una que deja algo más allá de la anécdota. Y eso, a esta altura, se agradece.

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