Este jueves se estrena en cines la película navideña del director noruego de The Trip, y la saga Zombies Nazis.
Tommy Wirkola es un director noruego con una interesante pero despareja filmografía. Luego de su primera película, Kill Buljo, una alocada parodia de la película de de Quentín Tarantino hecha con bajo presupuesto, en el año 2009 sorprendió a los fanáticos del cine Clase B con una original película de zombies, Dead Snow (aka Zombies Nazis) donde contaba la historia de unos snowborders que debían enfrentarse a una horda de zombies ex soldados del Tercer Reich que custdioban un tesoro oculto en la montaña; una película imprescindible para quienes gustan de las películas de muertos vivientes quee hizo que en 2014 tenga una secuela (Dead Snow 2: Red vs Dead), con mayor presupuesto y de mayor calidad.
El éxito le valió ser convocado por la productora Gary Sanchez de Adam McKay y Will Ferrell para una relectura de Hansel & Gretel (2013), el clásico cuento de los Hermanos Grimm. Evidentemente, el desembarco en el terreno norteamericano no le hizo bien, donde las exigencias de la industria lo llevó a realizar un producto que no terminó de definirse entre ser mainstream o una propuesta bizarra de clase B. Luego de la fallida incursión en EEUU, sus dos películas posteriores, estrenadas ambas en Netflix, demostraron una madurez en el director. What happened to Monday? (¿Qué le pasó a Lunes?) del 2019 y The Trip (El VIaje) del 2021, ambas protagonizada por Noomi Rapace, lo volvieron a posicionar como un director a seguir de cerca, sobre todo esta última, estrenada el año pasado, donde volvía a combinar el humor negro y la absurda violencia, en una especie de La Guerra de los Roses gore.
Ahora, nuevamente vuelve a filmar en los Estados Unidos para contar una particular historia navideña (?) que combina algunos elementos que caracterizan su filmografía. Noche sin paz nos presenta a Santa Claus (si, Papá Noel), interpretado por David Harbour (Strangers Things, Hellboy de 2019 y Black Widow) quien se encuentra en crisis por la falta de espíritu navideño en la gente. Completamente alcoholizado, recorre las casas de los pocos niños que aún conservan la fantasía y que han hecho real mérito para recibir algo. Una de ellas es Trudy (Leah Brady), la nieta de Gertrude Lightstone (una irreconocible Beverly D’Angelo, recordada por su papel de Ellen, la esposa de Chevy Chase en la saga Vacaciones de Harold Ramis), una millonaria empresaria con muchas influencias en el gobierno de Estados Unidos.
En una gigantesca mansión con seguridad privada, la niña llega junto a sus padres recién separados y se encontrará con su tía junto su ocasional pareja y un primo influencer. Toda la familia se dispone a llevar a cabo una incómoda y forzada reunión familiar para festejar la navidad. Pero los planes se ven frustrados cuando un grupo comando de expertos maleantes interrumpen el encuentro con el objetivo de apoderarse de una gran suma de dinero que se encuentra en la caja fuerte privada. Santa Claus quedará encerrado dentro de la mansión y será la única alternativa de salvación para la familia.
Cuando uno lee la trama es imposible no remontarse a uno de los clásicos de las películas navideñas: Duro de Matar. Un héroe inesperado, solo contra un grupo de profesionales, encerrado en un gigante caserón. De todas manera, siendo consciente de eso, el film se toma su tiempo para ir a la acción. Presenta a los personajes de manera divertida, destacando las particularidades de cada uno. Los Lighstone son una familia al estilo Roy de Succession que se encuentran para la fiesta navideña; codiciosos, conflictuados, dos hermanos deseosos de quedarse con el legado de la madre, pero dejando de lado todo los aspectos psicológicos de la serie y enfocado a un humor negro que por momentos parece fluir pero que en otros suena medio forzado.
Lo mejor sucede cuando se vuelca directamente a la acción hiperviolenta, en el instante que Santa Claus agarra un martillo gigante y decide tratar de salvar a la familia. Más allá de cierta oscuridad en las escenas de pelea que aminora el impacto de los golpes con el «destruyecráneos», las escenas están bien desarrollada y son impactantes. Potenciado con las sorpresiva referencias a otro clásico navideño como Mi Pobre Angelito de Chris Columbus. Con Trudy como protagonista, apela al humor de la película protagonizada por Mackauly Caulkin con las trampas que la niña coloca pero los golpes en este caso no son inocentes, sino que termina generando impacto con algunas escenas desagradables, como la del clavo y la escalera.
El problema de la Noche sin paz es que por momentos endulza demasiado el espítiru navideño y se vuelve empalagosa. ¿Es una película para adultos? Si, por la violencia, la acción y el tipo de humor que maneja. Pero también parece querer ser una película navideña y jugar con las reglas de ese tipo de films. Ahí es donde se vuelve infantil e inocente, tratando de convertirse en una película familiar, algo que está muy lejos de ser. Wikolda vuelve a caer en los mismo problemas que tuvo en su primera incursión en Estados Unidos: no decidirse en hacer una película con su sello o lograr un producto para satisfacer al público maistream hoolywodense. De todas maneras, no deja de ser un blockbuster entretenido, con algunos aspectos positivos, como la siempre imponente presencia de David Harbour, las secuencias de acción y algunos divertidos gags.