Un Lugar en Silencio: Día Uno | Review

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Este jueves se estrena en cines argentinos una nueva entrega de la franquicia creada por John Krasinski.

Para Un lugar en silencio de 2018, Krasinski maximizó el gancho central de la película, convirtiendo la necesidad de los personajes de permanecer en silencio en una tensión que provocaba una ansiedad casi insoportable (mucho más en una sala de cine), ese mismo gancho se elevó en la segunda parte, pero dando una clase maestra por parte del director para contar dos historias en paralelo que luego se unirán un el final. En esta nueva entrega, aunque ese factor sorpresa ya no es tal, sigue generando un gran efecto. Con la particularidad de salir de las zonas rurales para trasladarse al ruido de la ciudad. La cinta presenta un Manhattan devastada por los extraterrestres, cuyos seres inhumanos siguen siendo el elemento más perturbador de la franquicia.

Luchando contra un cáncer terminal y sintiéndose derrotada por sus circunstancias, la película presenta a Samira (Lupita Nyong’o), quien se une a una excursión a Manhattan con otros residentes de su centro de cuidados paliativos, deseando comer una pizza, algo que no ha podido hacer debido a su condición. Sin embargo, una vez en la ciudad, horribles alienígenas ciegos pero con un gran poder auditivo atacan desde los cielos, matando cualquier cosa que haga ruido. Con su leal gato Frodo a su lado, Samira trata de mantenerse en silencio hasta que encuentra a Eric (Joseph Quinn), un estudiante de derecho conmocionado que, como ella, no tiene a nadie más.

La película se aleja del énfasis de las entregas anteriores en la familia y la paternidad, y examina a sus dos únicos personajes (sin hijos y de mundos muy diferentes) que deben formar una unidad para sobrevivir. Quinn interpreta a un personaje no tan desarrollado pero conmovedor, como un hombre que posiblemente se sentía solo incluso antes del ataque alienígena. Para Samira, Eric se convierte en un posible amigo en medio del apocalipsis, formando un vínculo basado en su entendimiento compartido de que, incluso si escapan de los feroces extraterrestres, su destino probablemente aún esté sellado.

Michael Sarnoski (director de la asombrosa Pig con Nicolas Cage), quien también escribió el guion, cuenta una historia que rara vez recurre a sobresaltos baratos o decisiones cuestionables de los personajes para fabricar apuestas dramáticas. La aventura de Samira y Eric se siente más como una extensión que como un capítulo completo de la franquicia. Sin embargo, la modestia de esta precuela tiene sus ventajas, ya que se centra en la historia íntima de una mujer resignada a morir que, a través de esta extraordinaria situación, encuentra motivos para saborear lo que le queda de vida, ofreciendo un mensaje de amor y esperanza en medio del caos.

La cinta se eleva gracias a la actuación de Nyong’o, cuyo rostro transmite las emociones de su personaje, pasando del enojo a la desilusión, y más tarde, a la tristeza mientras viaja a pie a una pizzería de Harlem con un valor sentimental para ella. Lupita ofrece otra actuación impecable en el mundo del cine de terror, similar a su desempeño en Us. Pero lo mejor de la película es Frodo, el gato de Samira, que se convierte en una figura crucial, ofreciendo a los personajes (y al público) un respiro de las escenas cliché y de acción. La presencia del felino aporta un encanto especial, destacando la habilidad de Sarnoski para aferrarse a este adorable y curioso animal doméstico.

Buscando marcar una pequeña diferencia con respecto a las otras películas de la franquicia, Un lugar en silencio: Día Uno opta por un enfoque más reflexivo y melancólico que el suspenso en sí, algo que caracterizaba las dos entregas dirigidas por John Krasinski. Con influencia de películas de ciencia ficción como Alien, Depredador y La Guerra de los Mundos, esta precuela es más modesta, pero efectiva en su desarrollo, presentando nuevos personajes y temas, mientras preserva la angustiosa tensión de las películas anteriores.

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