Justicia Implacable de Guy Ritchie.

Nuestra puntuación

Llega a los cines la nueva película del director de Snatch y Juegos, Trampas y Dos Pistolas Humeantes y Los Caballeros.

Jason Statham y Guy Ritchie se vuelven a juntar para esta de remake de Le Convoyeur

La carrera de Guy Ritchie se ha caracterizado por la irregularidad. Luego de un promisorio debut en Lock, Stock and Two Smoking Barrels le siguió Snatch, le siguieron productos decentes como Rockanrolla, la saga Sherlock Holmes o The Man from U.N.C.L.E., otros por encargo como el live-action de Aladin y otras olvidables como King Arthur, Revólver o Swept Away (con su ex esposa Madonna). Parecía que lo mejor del británico ya había pasado con sus dos primeras producciones hasta que el año pasado sorprendió con la entretenida comedia de gangster, The Gentlemen (dale click al título para leer la crítica y ver el informe de Guy Ritchie) Este año llega con un film en el que se reúne con su viejo amigo de andanzas, Jason Statham.

Wrath of Man es un remake oficial del thriller de acción francés Le Convoyeur (Cash Truck) del año 2004 dirigido por Nicolas Boukhrief. Sigue la historia de Patrick Hill (Jason Statham), un agente de seguridad comienza su nuevo trabajo en Fortico Security, una organización de camiones transportadora de cadales que actúa como intermediario. O sea que recoge y entrega efectivo o cualquier cosa importante. Antes de ingresar debe aprobar el curso de capacitación y obtener una puntuación superior al 70%. El encargado de la capacitación es el Bullet (Holt McCallany, Bill Tench de Mindhunter). Hill logra una puntuación precisa y está completamente calificado para trabajar. Bullet lo nombra ‘H’ y comienza con uno de sus socios, Boy Sweat Dave (Josh Hartnett), quien sospecha de algunas actitudes de «H».

En uno de sus recorridos habituales, Bullet es secuestrado por unos ladrones que le exigen U$S 2 millones. A pesar del pedido de Sweat Dave de huir del lugar y dar aviso a la policía, «H» enfrenta las circunstancias, sale del camión y comienza a disparar a todos los delincuentes y en poco tiempo se convierte en héroe ante las autoridades de la organización y entre los compañeros de trabajo. Bullet, Dave y uno de los funcionarios, Terry (Eddie Marsan), tienen dudas sobre quién es realmente Patrick. Luego, el film salta tiempo atrás, cinco meses antes, para mostrarnos a Patrick Hill con su hijo Dougie (Eli Brown) disfrutando de unas vacaciones, pero Hill recibe una llamada pidiendo datos sobre un camión de caudales. Mientras custodia el camión, su hijo se queda en el auto. El camión es atacado por otra pandilla liderada por Jackson (Jeffrey Donovan), pero el robo sale mal cuando los conductores intenta dispararles y, en consecuencia, Jan (Scott Eastwood) dispara a los dos pilotos y también a Dougie. A partir de ahí surgen dos cuestiones: ¿Patrick Hill alguna vez descubrirá quién mató a su hijo? ¿Entrar en Fortica Security es parte de su plan?

Quienes hayan visto la versión francesa seguramente se acercarán al film pensando como quedará el mismo en manos del director británico. Por eso resulta inevitable caer en el terreno de las comparaciones, pero lo mejor que uno puede hacer es no ir por ese lado, ya que estamos ante dos producciones distintas. Las motivaciones del protagonista son similares, su estructura narrativa es casi igual (sacando algunas diferencias) y en muchas cosas coinciden. Pero acá el ritmo y las formas son distintas: mientras la primera se planteaba como un drama social, donde el dolor de un padre estaba presente, pero también se discutían condiciones laborales, se hablaba sobre el expansionismo norteamericano entremezclado con la crisis del país galo y se construían los personajes de manera individual. Estaba el sindicalista, el capataz, el renegado, el viejo experimentado a punto del retiro, la única mujer que debe lidiar con un ambiente de hombres, una dupla que le daba el toque cómico y el novato. En cambio, en Wrath of Man, estamos ante una película de pandillas bien al estilo Guy Ritchie, donde la única diferencia con producciones anteriores del director radica en que deja de lado el recurso humorístico y un notorio cambio estético. Además, acá no vemos gangster perfectamente vestidos de etiqueta como en The Gentlemen, sino que los pandilleros pertenecen a un submundo criminal cercano a The Town de Ben Affleck.

Esta vez Guy Ritchie evita caer en recursos repetidos dentro de filmografía. No hay diálogos fuera de contexto, ni hay humor negro cruzado con violencia (lo que no significa que no haya violencia). De la misma manera que no hay un paisaje moral sobre el universo gangsterianos, ni el típico montaje acelerado acompañado por una armónica pieza musical. Esto quiere decir que el director se vuelve más lineal, más allá del salto en el tiempo y la división de la película en capítulos. Lo que resulta beneficioso para la historia en las formas de abordar una historia de venganza donde el dolor de un padre está en primer plano y permite que el film no se vaya del eje conceptual de la historia original.

Para no perder la esencia del director, la película está cargada de secuencias de acción sobredimensionadas. Para ello, se apoya en la llamativa cinematografía de Alan Stewart con tomas aéreas increíblemente filmadas, en donde sobresale la escena del robo del camión donde sucede la trágica muerte del hijo de H, repetida desde distintas perspectivas para mostrar la mirada quienes fueron protagonista del hecho. Así logra construir el impacto dramático necesario, algo que sorprende en un director como Guy Ritchie, quien esta vez se pone serio, deja la pose de lado y logra que Justicia Implacable se convierta en un thriller de acción y venganza, donde la furia está presente y se respira en cada toma.

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