Nominada a cuatro premios Óscar, incluyendo Mejor Película,llegó a Star Plus, la nueva película del director mexicano.
Luego de ganar el Óscar en 2017 por La Forma del Agua como Mejor Películ y Mejor Director, vuelve Guillermo Del Toro, con una adaptación de la novela homónima de William Lindsay Gresham de 1946 que ya había tenido su versión cinematográfica en el año 1947, dirigida por Edmund Goulding, protagonizada por Tyrone Power y considerada uno de los clásicos del cine negro.
El film sigue la historia de Stanton Carlisle, interpretado por Bradley Cooper, un hombre con un pasado oscuro y misterioso que comienza a trabajar en una feria circense ambulante dirigida por Clem (Willem Dafoe), durante el final de la Gran Depresión. De la mano de una pitonisa (Toni Collette) y su pareja (David Strathairn), se introducirá en el mentalismo o el arte de hacer que los ilusos confundan la realidad y el deseo. Luego de aprender todos los secretos, junto con su compañera ex feriante Molly (Rooney Mara), crea un acto de engaño que comienzan a realizar para los niveles superiores de la élite de Nueva York, hasta que una, la psicóloga Dra. Lilith Ritter (Cate Blanchett) interrumpe el espectáculo y deberá comenzar a trabajar junto a ella para manipular a pacientes millonarios en crisis.
El Callejón de las almas perdidas es esencialmente dos películas unidas: el mundo del carnaval y el descenso al infierno de Stanton cuando comienza a usar el engaño en complejas situaciones que tienen que ver con el duelo y la pérdida. Durante la primera parte de este carnaval, Del Toro construye un universo sórdido y triste, que parece salido de un film de Tim Burton, un universo en el que los hombres se exhiben desnudos y cargan sus angustias pasadas alrededor de la feria. Todos ellos muy cerca del monstruo, el que parece empezar a despertar en Staton en el segundo acto, cuando nuestro héroe huye con su amada, hará fortuna en un lugar donde mentir se paga mejor. Donde conocerá a la mejor de las aliadas que también será la peor de las condenas.
El último acto se reserva al descubrimiento del infierno; el de dentro del ser humano. Guillermo del Toro ha incursionado durante mucho tiempo en la fantasía, las criaturas y lo sobrenatural, por lo que tiene sentido que se sienta atraído por una historia sobre estafadores del carnaval sureño de principios de la década de 1940. El director mexicano toma este mundo de los espectáculos de monstruos reales y se apoya en el mentalismo no solo infligido a los clientes que pagan, sino también en los juegos psicológicos y el tormento interior que se infligen unos a otros. Ya sea adivinando el futuro, las cartas del tarot, la electrificación o el hambre, se acuerda nunca dar esperanzas a los clientes a través de estas hazañas. Un entretenimiento manipulador, el mismo que el director nos propone con esta retorcida historia.
Todo encaja perfecto, no solo desde lo narrativo o la puesta en escena, también por su elenco de lujo, donde no hay una actuación mediocre. La hipnótica Cate Blanchett se luce como la manipuladora psicóloga femme fatale de los años 50. Toda la insípida tristeza que transmite Ronney Mara en cada uno de sus papeles anteriores calza justo para interpretar a Molly, la dulce Mamzelle Electra cuyo acto consiste en canalizar electricidad a través de su cuerpo mientras viste un traje de corista. Por supuesto que Bradley Copper vuelve a demostrar que dejó atrás el papel de actor carilindo de comedia y sigue creciendo en el dramatismo; su Stanton inspira dolor, culpa y una monstruosidad reprimida que abruma. Al igual que se destacan Toni Colette como la estafadora pitonisa; Richard Jenkins, quien interpreta a Ezra Grindle, el magnate obscenamente rico obnubilado por el dolor; Ron Perlman como Bruno, el fortachón obsesionado por cuidar a Molly; o William Dafoe como «el dueño del circo».
Lejos de los monstruos sobrenaturales o de fantasía de otras películas de Guillermo Del Toro, El Callejón de las Almas Perdidas es un noir amargo y desperanzador que goza de una atmósfera de la era clásica hollywodense con un acercamiento buñueleano que nos permite descubrir personajes oscuros, inundados por la tragedia y llenos de brutalidades; monstruos reales, seres humanos envenenados que son capaces de aprovecharse del dolor ajeno por codicia y ambición.