Este jueves se estrena en cines argentinos, la secuela de la película de 2016 protagonizada por Ben Affleck y Jon Bernthal.
En 2016, El Contador llegó a los cines con perfil bajo, pero con una propuesta inesperadamente singular: un thriller de acción protagonizado por un contador forense con autismo que se movía en los márgenes del crimen organizado. La mezcla entre precisión matemática, traumas familiares y tiroteos meticulosamente coreografiados convertían a Christian Wolff en un personaje peculiar dentro del cine de acción contemporáneo. Interpretado por un Ben Affleck casi inexpresivo, Wolff generaba tanto intriga como distancia. Algunos la compararon con El talentoso Sr. Ripley, por el modo en que su protagonista escapaba de situaciones límite; otros la vieron como una curiosidad del mainstream que jugaba con formas nuevas de narrar violencia.
Gavin O’Connor tiene un interesante curriculum con Warrior, un conflicto familiar ambientado en las artes marciales mixtas, protagonizado por Tom Hardy y Joel Edgerton. Luego volvió a apostar por Affleck en Un Camino de Regreso, un drama sobre el duelo y el alcoholismo con el básquet como catalizador emocional. Ahora, ambos vuelven a unir fuerzas para dar forma a El Contador 2, una secuela más directa, más violenta, más orientada al espectáculo.
Ocho años después, Christian sigue operando desde las sombras, viviendo en su tráiler mientras toma trabajos del mercado negro a través de Justine (Allison Robertson), su supervisora autista no verbal. Lo que parecía una vida en el limbo se activa cuando vuelve a aparecer Braxton, su hermano (Jon Bernthal), aquel antagonista de la primera entrega que terminó eligiendo el bando familiar por sobre el profesional. En esta secuela, Braxton deja de ser una amenaza para convertirse en socio, y lo que sigue es una especie de Rain Man recargado de violencia: dos hermanos enfrentados al mundo, con habilidades letales y pasados difíciles que vuelven una y otra vez.

La ausencia de Anna Kendrick (la contadora y potencial interés romántico del film original) deja un vacío, pero lo compensa el nuevo trío que se forma entre Affleck, Bernthal y Cynthia Addai-Robinson, quien regresa como la agente del tesoro Marybeth Medina. Ella, más formal y racional, sirve como contrapeso a la energía desbordada de Braxton y la contención extrema de Christian. También se suma Danielle Pineda, una asesina con historia propia, que aporta misterio y frescura al elenco.
El Contador 2 no pretende complejizar demasiado su universo, ni profundizar mucho en sus implicancias éticas. Los villanos son casi descartables, y lo que se destaca, más que la trama, es el ritmo: escenas de acción precisas, coreografías violentas y una complicidad cada vez más marcada entre los hermanos.
Lo que en la primera película parecía una rareza dentro del género, acá se convierte en una buddy movie adrenalínica, donde el carisma de Jon Bernthal resalta aún más ante la inexpresividad quirúrgica de Affleck. El resultado es un film entretenido, sin grandes pretensiones, que construye su identidad a base de acción, vínculos rotos y mucho plomo.
Tal vez El Contador 2 no revolucione el género, pero sabe moverse con soltura dentro de sus propias reglas. Una secuela que cumple lo que promete y entrega una dosis justa de violencia, complicidad y espectáculo.