Licorice Pizza de Paul Thomas Anderson.

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Luego de cuatro años de espera, llega a los cines argentinos la nueva película del director de Magnolia, Boggie NIghts, Vicio Propio y Petróleo Sangriento.

Cooper Hoffman y Alana Haim protagonizan la nueva producción de Paul Thomas Anderson.

Licorice Pizza sigue a Gary (Cooper Hoffman), un adolescente de quince años de Los Ángeles que está llegando al final de su carrera como actor infantil y busca una nueva motivación para su vida. En la escuela, conoce a Alana (Alana Haim), una asistente de fotografía de veinticinco años mientras la compañía para la que trabaja está haciendo la sesión de fotos para el anuario escolar. Gary se enamora instantáneamente, por lo que la invita a cenar a un restaurante que suele frecuentar. Aunque inicialmente reacia, Alana finalmente acepta la invitación y los dos rápidamente entablan una amistad. A partir de aquí, la película cubre aproximadamente un año de sus vidas mientras intentan entrar en la actuación, el mercado de las camas de agua, la política, el pinball y más, mientras tratan emociones complejas y una amplia variedad de retos.

A la clásica historia de amor hollywoodense, con sus encuentros y desencuentros, Paul Thomas Anderson le aplica toques de distinción característicos de su cine, con la frescura de la dupla protagónica como estandarte. Cooper Hoffman (hijo de Philip Seymour Hoffman) como Gary, un adolescente emprendedor y desfachatado, casi un estafador, con una confianza en sí mismo aparentemente ilimitada y un deseo de probarse como un adulto exitoso, pero con elementos de vulnerabilidad en su carácter. Alana Haim (famosa por formar parte de la banda Haim), en cambio, es más pesimista, atrapada viviendo en casa con sus padres junto a sus hermanas (el resto del grupo musical) buscando una salida, o al menos algo de emoción. 

El director californiano no es ajeno a retratar romances complicados. Ya en la brillante Punch-Drunk Love de 2002 , Anderson pintaba un cuadro delicado de una relación plagada de ansiedad social y abuso emocional, tejiendo una trama que maneja esos problemas con matices y cuidado. Lo mismo en su anterior producción, la magnética Phantom Thread, donde, en la extraña relación entre un modista y su modelo, componía una meticulosa descripción de algo entre el amor, el dolor, el ridículo y la vida. Esta vez sigue la historia de un polémico romance entre una joven de 25 años y un adolescente de 15 años, dos personajes cautivadores cuya barrera generacional parece ser una dificultad en un principio pero que con el correr del relato se irán dando cuenta que juntos, la vida se hace más divertida, a pesar de las desavenencias que vayan surgiendo.

Pero no hay que quedarse en lo básico de la historia de amor entre los jóvenes Gary y Alana, porque Licorice Pizza es una obra que, a pesar de no escapar de las convenciones del cine romántico hollywoodense, tiene su propia identidad. Al igual que Quentin Tarantino con Once Upon A Time in Hoollywood, el film aprovecha el contexto para homenajear una época. Con apariciones rutilantes de Bradley Cooper como un desquiciado Jon Peters (vamos a desear desesperadamente que Gary pronuncie bien el apellido «Streisand»), Sean Penn como Jack Holden (emulando a William Holden) y Tom Waitts como Rex Blau, un extravagante director de cine, el film aborda los recuerdos de la infancia y adolescencia a comienzos de los setenta, recuerdos íntimamente relacionados geográfica y visualmente a un Los Ángeles colorista e inseparable de la industria del cine y la televisión. Junto con la música original de Jonny Greenwood y los temas de Nina Simone, The Doors, Sonny & Cher, Chuck Berry, Paul McCartney & Wings, David Bowie y muchos otros artistas, que sirven de herramienta para insertarnos magistralmente en el contexto de una época revoltosa y de muchos cambios en Estados Unidos.

De esta manera, con la maravillosa banda sonora de fondo y un sinfín de situaciones presentadas como una especie de viñetas, Paul Thomas Anderson logra una estupenda «coming-of-age que dialoga con clásicos del cine como American Grafitti de George Lucas y viejos films de amores adolescentes, logrando un festival cinematográfico no solo para aquellos que adoran la filmografía del director, sino también para los nostálgicos del cine y de la cultura pop de principios de los 70.

Banda Sonora Original:

Trailer:

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