Este jueves Se estrena en cines la película ganadora del Oso de Plata en el Festival de Berlinale.
Detalles de imagen, una narrativa fragmentada y escenas astilladas subrayan el poder destructivo de la violencia machista en el debut como directora de Natalia López Gallardo. La directora boliviana disuelve todas las estructuras sociales, institucionales y familiares con una historia centrada en torno a tres protagonistas.
El film comienza con la desintegración de la relación de Isabel (Nailea Norvind) con su esposo, donde los dos se divorcian, el se irá temporalmente al trabajo, mientras que Isabel estará en la finca que su abuela dejó en el campo. En este lugar, su ayudante de hogar, María (Antonia Olivares), está pasando por su propio gran problema: su hermana está desaparecida hace más de un año. La última mujer involucrada es Roberta (Aida Roa) , una policía de esta región cuyo hijo adolescente Adán (Juan Daniel García Treviño) está envuelto e involucrado en el estilo de vida narco, trabajando con el cartel. Con los roles de las tres mujeres, la pobreza, el miedo y la falta de alternativas forman un vórtice amoral al que nadie puede resistir,
La directora no profundiza al explicar las motivaciones de los personajes; la relación de Isabel con sus hijos, o incluso con la familia, está poco explorada,e los dos, pero da forma a su carácter como humano. Lo mismo con María, quien por eso es ayudante de casa y lo sigue haciendo, aclara que no tiene otra opción. El guión de Gallardo revela un momento más fuerte en la vida de cada una de las mujeres reveladas en una conclusión mucho más impactante.
El mal acecha en este campo mexicano, donde se habilitan vastos terrenos para cuerpos sepultados y largos caminos. Para las tres mujeres, lo que les espera en este mundo sombrío no es algo que puedan cambiar, pero lamentablemente pueden lidiar con ello. Manto de Gemas no cae en una miseria simpática, sino en una introspección sobre el trauma y la difícil historia de la vida de tres mujeres donde el mundo no está a su favor.