Se estrenó en Prime Video la película mexicana del director Jorge Cuchi sobre una crisis que se desata cuando un actor cruza la línea durante una escena de sexo.
En Un actor malo, Fiona Palomo y Alfonso Dosal dan vida a Sandra y Daniel, dos actores en ascenso que comparten una amistad profunda mientras graban un thriller donde interpretan a amantes prohibidos. Sin embargo, la confianza entre ambos se quiebra cuando, durante la filmación de una escena íntima, Daniel cruza un límite que desencadena una serie de eventos devastadores. La película se adentra en temas incómodos como el consentimiento y la mala conducta sexual, a la vez que lanza una crítica a la cultura de la cancelación y a las reacciones impulsivas que suelen propagarse en las redes sociales.
El filme arranca con una escena engañosa que rápidamente revela su verdadera naturaleza: una secuencia dentro de la película que están rodando. Este juego de percepciones es una herramienta que Cuchi emplea a lo largo de la narrativa para desafiar las expectativas del espectador y subrayar las complejidades de las relaciones humanas. La tensión alcanza su punto álgido cuando Daniel, en medio de una escena de sexo, interpreta la falta de respuesta de Sandra como un consentimiento tácito, traicionando su confianza. Sandra, inicialmente paralizada por el shock, finalmente se abre a sus compañeras, desatando un conflicto moral que sacude la producción.
A partir de la revelación, los personajes se ven atrapados en un dilema ético. Mientras que el director y la productora intentan proteger la película por encima de todo, Regina, la asistente de dirección, aboga por seguir un proceso legal adecuado. Ximena, la diseñadora de vestuario, toma decisiones impulsivas que llevan la historia hacia un clímax tenso y controvertido. A medida que la trama avanza, la película critica la cultura de la cancelación, pero lo hace de manera que genera incomodidad, especialmente al despertar empatía por Daniel en un contexto de creciente violencia.
Lo más destacado de Un actor malo son las actuaciones, especialmente la de Fiona Palomo, quien captura con precisión las emociones y el conflicto interno de Sandra, sobre todo en las escenas en las que es cuestionada por no haber actuado de manera diferente durante el incidente. Estos momentos reflejan uno de los temas más importantes de la película: la tendencia a poner en duda a las víctimas. Pero, a pesar de su enfoque controvertido en el final, es un film deja al espectador con preguntas incómodas y una reflexión profunda sobre los límites del consentimiento y las consecuencias de las acciones en la era digital.