Protagonizada por Timothée Chalamet, este jueves se estrena en cines la biopic de Bob Dylan nominada a ocho premios Óscar, incluyendo Mejor Película.
James Mangold (Copland, Walk the line, Ford vs Ferrari, Logan y la última Indiana Jones) vuelve a demostrar su habilidad para narrar vidas extraordinarias con Un completo desconocido, una biopic que recorre los años formativos de Bob Dylan, desde 1961 hasta 1965. En ese breve pero intenso período, Dylan pasa de ser una figura prometedora en el folk a convertirse en una fuerza revolucionaria que desafió todas las expectativas, con el inolvidable episodio de su transformación hacia lo eléctrico en el Festival de Newport.
Las canciones son el verdadero alma de esta película, más que simples acompañamientos, son parte del diálogo entre Dylan y las figuras clave de su vida. Joan Báez (quien compartió su arte y algo más con él), interpretada por Mónica Bárbaro, Sylvie Russo, (en realidad Suze Roloto, con Elle Fanning haciendo de la musa que nunca llegó a comprenderlo del todo), y leyendas como Johnny Cash (Boyd Holbrook), Pete Seeger (interpretado por un maravilloso Edward Norton) y Al Kooper (Charlie Tahan), se cruzan en su camino, iluminando su ascenso y complejidad.

Momentos como su primera actuación en la casa de Pete Seeger, sus íntimos duetos con Joan Báez, o sus emotivas visitas al hospital para ver a Woody Guthrie (Scoot McNairy), están cargados de humanidad y belleza. Pero el clímax es, sin duda, la actuación en Newport de 1965, donde Dylan tomó una Stratocaster y electrificó, literalmente, no solo su música sino también una generación.
Timothée Chalamet brilla en el papel de Dylan, capturando su ecléctica personalidad y su habilidad para hablar con el mundo a través de sus letras. Mangold, por su parte, dirige con precisión y sensibilidad, logrando una biografía que no solo cuenta una historia, sino que conecta emocionalmente con su audiencia.
Mangold se toma ciertas licencias para que el relato sea fluido, pero Un completo desconocido no busca resolver el enigma que es Bob Dylan, sino acercarse a él con respeto y honestidad. Es una película pulida y profundamente emotiva, que, al igual que su protagonista, no teme desafiar las convenciones para buscar algo más. Al final, puede que Dylan siga siendo un misterio, pero lo que queda claro es su impacto, su genialidad y la pasión que sigue inspirando.