[Crítica] Cambio cambio de Lautaro García Candela

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Luego de su proyección en el Festival de Cine de Mar del Plata 2022, este jueves se estrena en cines argentinos la película que explora el universo de los arbolitos porteños.

Cambio Cambio sigue la historia de Pablo (Ignacio Quesada), un joven de Olavarría (ciudad, no pueblo) que se gana el sustento diario gracias al reparto de panfletos de una pequeña parrilla de la zona. Necesitado de dólares para acompañar a su novia Florencia (Camila Peralta) a Francia, dónde ella consiguió una beca y para renovar su teclado electrónico (tiene una banda de rock llamada Prisioneros de la noche) decide iniciarse en el negocio de la venta clandestina de dólares en calle Florida para Daniel (Dario Levy), un «pesado» peluquero con guardaespalda que cuenta con una gran cartera de clientes (de mayor y menor capital económico). Acompañado de su amiga  Daniela (Valeria Santa), Ricky (Mucio Mancini), dueño de un negocio de ropa de la zona; y gracias a la plata que el joven recoge de una gran concesionaria de autos, juntos deciden hacer su propio círculo de dinero para obtener más ganancias, pero las cosas se empezaran a complicar cuando la ambición se apodere de ellos.

Dialogando con el frenético cine de Los Hermanos Safdie (Uncut Gems es una cita obligada a la hora de pensar en influencias), la segunda película de Lautaro García Candela (Te quiero tanto que no sé es la anterior) es una atrapante historia que muestra los vaivenes económicos de un país cuya obsesión por el billete norteamericano despierta el costado más ambicioso del ser humano. En este caso, explorando una fotografía característica del microcentro porteño, los protagonistas no solo son los actores, la calle es la figura estelar con el paisaje de los arbolitos y el grito de «cambio cambio», «dólares, euros, reales» cómo banda sonora permanente.

Allí, dentro de ese espacio, la película muestra a personajes deseantes y necesitados, cuyas urgencias y sensación de que «el tren pasa una sola vez» los lleva a meterse en terrenos peligrosos que, de todas maneras, son capaces de asumir el riesgo en pos de aprovechar la oportunidad. La sensación de chances desperdiciadas es la que tiene el protagonista y lo lleva por ese rumbo. Ya perdió una por no tener plata para pagar el estudio de grabación, ahora  no piensa quedarse con ganas de acompañar a su novia a Francia.

Se puede decir que Cambio Cambio es un thriller económico pero no es así, es una película humana, de personajes tiernos sumergidos en pantanoso mundo de especulación y necesidades. No es compleja como The Big Short u otras películas sobre el universo financiero, sino que es más terrenal como Nueve Reinas (el montaje de una escena particular enseguida nos remitirá a ella) o Plata Dulce, dónde lo cotidiano y la cercanía que uno siente con los personajes hacen que enseguida empaticemos en ellos, queriendo que estas humildes víctimas del sistema especulativo puedan cumplir su objetivo de sacar una tajada importante que les permita cumplir sus sueños. 

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