Se estrenó en Amazon Prime Video el documental que recorre la vida del famoso actor, Val Kilmer.

Nick Rivers, Iceman, Jim Morrison, Doc Holiday, Simon Templar, hasta Bruce Wayne. Gracias a esos inolvidables personajes, Val Kilmer tuvo su época de gloria en los años 80 y los 90. Top Secret, Top Gun, The Doors, Tombstone, El Santo, Heat, True Romance y Batman Forever son algunos de los éxitos que marcaron una etapa de gloria del actor. A partir del 2000 su carrera tuvo una meseta, no desde la calidad cinematográfica, sino alejado de los flashes de las películas exitosas. Pero Val Kilmer ya no es el apuesto/estrella de cine que quizás recuerdes, a los 61 años, es un sobreviviente de cáncer de garganta que le debilitó el habla, pero no le quitó el brillo en los ojos.
Val Kilmer también tiene un almacén lleno de películas caseras de su infancia y cintas de video filmadas en los avances de maquillaje y en los decorados de las películas en las que trabajó. Todo ese material invaluable es la base de este documental, que le permite a Kilmer contar su propia historia, ayudado por la voz en off de su hijo Jack. Kilmer nos cuenta sobre su familia, su vida cuando creció en el Valle de San Fernando. Culpa a la distancia de su padre y al misterio de su madre por su perfeccionismo. Siembra su propia tragedia temprano, con la muerte accidental de su amado y creativo hermano Wesley, a los 15 años.
Pasa a la Escuela Juilliard, la más prestigiosa de teatro, encuentra el éxito en el escenario y muy rápidamente en las películas, pero a pesar de convertirse en una estrella y un actor respetado en Hollywood, nunca ha estado satisfecho. Tiene la sensación de que se le negaron los roles que merecía alguien de su compromiso y talento. Podemos ver sus cintas de audición, hechas por él mismo, mientras buscaba papeles en películas de Stanley Kubrick y Martin Scorcese. Su compromiso actoral con cada uno de los proyectos es lo que lo hizo tan bueno como Jim Morrison en The Doors; y el decadente y aristocrático Doc Holiday en Tombstone, roles que exigían cierto encanto y autosatisfacción. Pero también veremos entretelones de la caótica filmación de la nueva versión de La Isla del Dr. Moreau con su ídolo, un Marlon Brando ya en decadencia; con un momento de tensión y pelea con el director John Frankenheimer, convocado en reemplazo de Richard Stanley.
Esos conflictos derivaron en rumores sobre que era complicado trabajar con él, lo que le quitó protagonismo a finales de los 90, pero su talento y fama lo ayudaron para seguir filmando con bastante regularidad en el nuevo milenio, sin ir más lejos ha hecho producciones con muy buena recepción por parte de la crítica especializada como The Salton Sea; Kiss, Kiss, Bang, Bang, Wonderland o Kill the Irishman. Le sirve para crear una parte de sus sueños: un unipersonal teatral como Mark Twain, The Cityzen Twain. Kilmer se sintió atraído por el creador de Tom Sawyer porque estaba convencido que tenía mucho en común con el mejor escritor de Estados Unidos. Su plan era ganar suficiente dinero recorriendo el espectáculo en los cines para financiar una versión cinematográfica, pero antes de que pudiera hacerlo, la enfermedad le truncó sus sueños..
Las imágenes de archivo también revelan su ingenio irónico. Por momentos, da la sensación que no se toma nada en serio, excepto el trabajo. Y está claro que nunca vio una lente de la que no se enamorara; es imposible ignorar cuánto ama la atención, la muleta fundamental del actor. Ahí radica la verdadera tragedia: su voz, que plausiblemente se duplicó como la voz de Jim Morrison, es su mejor herramienta. Eso le ha sido quitado, por eso debe ganarse la vida conociendo a fans en convenciones y firmando autógrafos. Pero si la enfermedad lo ha humillado o le ha proporcionado más conciencia de sí mismo, finalmente admite que se ha comportado mal y con valentía, el humilde fanfarrón que fue (si alguna vez lo hubo), no ha disminuido ni la creatividad ni su alegría.
Val es un artefacto fascinante del mundo del espectáculo. Es íntimo y reflexivo, aunque como retrato del artista es casi imposible decir dónde comienza el hombre y dónde termina el personaje. Lo único que podemos deducir del documental es el amor inquebrantable de Kilmer por sus hijos, producto de su matrimonio con la actriz inglesa Joanne Whalley, de quien se enamoró al verla actuar en una obra de teatro de Danny Boyle, en Londres, pero que conoció en persona cuando protagonizaron Willow. Con Jack y Mercedes a bordo como productores, uno puede sentir reciprocidad por parte de ellos, y ahí está su verdadero legado y la mejor parte de todo esto.